RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

domingo, 24 de abril de 2016

EL AGUA Y EL ACEITE



Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

Si mezclamos el "optimismo científico" de la Ilustración con el darwinismo y lo aliñamos de una suerte de sensación de "belle epoque", nos queda un desprecio absoluto del pasado y un aislamiento de la historia que es fetén para el más fanático de los individualistas. El problema es que todo eso nada tiene que ver con la realidad, y la entelequia, con el tiempo, se va haciendo cada vez más pesada y grotesca. Porque lo que va "avanzando" no es el conocimiento, sino el atrevimiento que proporciona la ignorancia.

Para entendernos: Pensar que a lo que día de hoy se llama “democracia” tiene algo que ver con la "democracia de los griegos", cuando hace dos mil y muchos años ni se pensaba que pudiera haber “partidos políticos”, y asimismo, no podían votar ni mujeres ni esclavos ni extranjeros (sí, con la democracia siempre hubo esclavos), y cuando los griegos consideraban que la "democracia absoluta" era la antesala de la peor tiranía, queda muy ridículo. Los griegos (y de ellos copiaron y heredaron los romanos) creían en una suerte de combinación entre monarquía, aristocracia y democracia. Pero intentar explicar esto a día de hoy...

Otrosí, ello desemboca en intentar mezclar la pseudofilosofía progre con el realismo de la filosofía perenne, y no digamos ya con la religión. No sólo porque desprecien cientos y hasta miles de años de historia –que por supuesto-, sino porque no puede ser. Ninguna religión ni ningún sistema filosófico serio puede casar con las coñas marineras de Mayo del 68, antesala de los falsos "valores" de la modernidad. Pero tampoco casa con el liberalismo económico/político, esencialmente anticristiano. No por nada dijo Pío XI en su brillante encíclica Divini Redemptoris (1) que  “Para explicar mejor cómo el comunismo ha conseguido de las masas obreras la aceptación, sin examen, de sus errores, conviene recordar que estas masas obreras estaban ya preparadas para ello por el miserable abandono religioso y moral a que las había reducirlo en la teoría y en la práctica la economía liberal. Con los turnos de trabajo, incluso dominicales, no se dejaba tiempo al obrero para cumplir sus más elementales deberes religiosos en los días festivos; no se tuvo preocupación alguna para construir iglesias junto a las fábricas ni para facilitar la misión del sacerdote; todo lo contrario, se continuaba promoviendo positivamente el laicismo. Se recogen, por tanto, ahora los frutos amargos de errores denunciados tantas veces por nuestras predecesores y por Nos mismo.”

Las consecuencias que estamos pagando ahora, mucho después de la encíclica del Santo Padre Pío XI, se deben en muy buena medida a querer mezclar el agua con el aceite con cada vez más desenfado. Algo muy parecido ocurrió en la época de los arrianos. Muchos jerarcas eclesiásticos del siglo V d.C. o eran semiarrianos o abiertamente arrianos. Y todo eso desapareció. Aunque hizo mucho daño. 

O se cree o no se cree. O se es o no se es. Pero no se puede mezclar el agua con el aceite. La religión a la carta, tan a gusto de los protestantes, fue el mismo concepto que exhortó a Lutero a aconsejar a los príncipes alemanes que exterminaran como a perros a las rebeliones campesinas. Al final los heterodoxos son los más celosos de su supuesta ortodoxia. No deberíamos despistarnos por mor de los cantos de sirena, ni avergonzarnos ni acomplejarnos, ni dejarnos guiar por las siempre estúpidas modas.

Las ideologías se pretenden como sustitutos de la religión. Relegar la religión al servicio del interés ideológico es fabricar ateísmo. 

Hay verdades y valores de eternidad que están por encima de las “opiniones”; opiniones que, dicho sea de paso, hay muchos que sobrevaloran grosera y grotescamente.

El pseudocristianismo obsesionado con la masa, el número, el caer bien, los globitos, las palmas, las guitarritas ñoñas, las sonrisitas bobaliconas, el “éxito profesional” (con conceptos de “éxito” y “fracaso” propios de los yanquis), el estilo hippie y demás inyecciones más o menos protestantes/más o menos revolucionarias ya está cayendo por su propio, viejo e incongruente peso. Afortunadamente. Aunque algunos sigan queriendo santificar la usura y otras tropelías, como se dice en Sudamérica (donde la nefasta e hipócrita teología de la liberación sigue campando a sus anchas), “ya fueron”.

El cristianismo auténtico, ante los tiempos que se avecinan, será de catacumbas, pero fue, es y será un cristianismo vivo.

Reiteramos: El agua no se mezcla con el aceite. Todos los intentos, amén de contraproducentes, irán agrandando los ridículos y las desazones.  





Imagen de www.forosperu.net





NOTAS: 

(1)Puede leerse la encíclica completa en el enlace: 

Divini Redemptoris (19 de marzo de 1937) | PIUS XI

lunes, 4 de abril de 2016

LA MENTIRA REPUBLICANA

Imagen de twitter.com

Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor
Eso de repetir mucho las mentiras para convertirlas en verdades no es un invento de los nazis, sino de los revolucionarios franceses. Está muy de moda culpar de absolutamente todo a Hitler y tal, pero la mayoría de las cosas que se le adjudican en exclusividad vienen de mucho antes, recorriendo desde el liberalismo hasta su legítimo hijo marxista.
Y bueno, en resulta que en España se nos repite como narcotizados papagayos aquello de que la república era un régimen legal, apoyado por el pueblo, que fue asaltado por unos militares fascistas. Por supuesto, no es la única mentira que se nos ladra; pero es a partir de aquí donde empieza la retahíla; por lo tanto, el cáncer debe ser extirpado de raíz. Porque la verdad es que la república ni fue apoyada por el pueblo ni fue “legal”. En 1930 hubo un golpe frustrado de militares republicanos apoyados por algunos burgueses que en verdad, ni tan siquiera eran de izquierdas. La mayoría procedían de la derecha liberal a la que el general Primo de Rivera no había dado bola en sus siete años de dictadura (1923-1930) y que se sentían traicionados por Alfonso “XIII”, a la sazón, el primer productor pornográfico de España. El golpe fue secundado por Queipo de Llano, entre otros, y Mola no lo vio con antipatía, pero desde primera hora dijo que así no podía a ser, que eso era un fracaso. Mola acertó y el golpe dirigido por Galán y García Hernández fue un sainete absoluto, siendo ejecutados los mentados cabecillas. El PSOE participó poco, aunque fiel a su idiosincrasia, pronto se cambió de bando. Y digo se cambió de bando porque Primo de Rivera nombró a Largo Caballero consejero de la presidencia, y porque en contra de los anarquistas, confió en ellos para la cuestión sindical. Luego de sentirse muy cómodos, pronto empezaron a hablar de memoria histórica…
Y bueno, en abril de 1931 hubo elecciones, claro que las hubo. Pero resulta que esas elecciones fueron ganadas por los partidos monárquicos. Sin embargo, Alfonso “XIII”, demostrando su sempiterna indignidad, tras consultar con el corrupto Romanones, pegó la espantá y se fue con viento fresco. Los republicanos, que habían ganado en las capitales pero que habían perdido las elecciones, tomaron el poder a placer y lejos de crear un régimen que uniera a todos los españoles, comenzaron dividiendo, con una ridícula bandera que jamás tuvo que ver con nuestra historia ni con nuestra cultura, ni con Castilla ni con la revuelta de los comuneros, y sí con unos revolucionarios masónicos del ejército que a finales del XIX ya estaban dando por saco con aquel feo contrasentido vexilológico. Y así, desde la derecha liberal a la extrema izquierda, al mes de proclamarse aquel ilegítimo régimen, comenzó la quema de conventos.
Reitero, porque es algo en lo que ciertos escritores e historiadores no caen a la hora de enjuiciar a aquel nefasto régimen y a la posterior Guerra Civil: Los republicanos jamás ganaron las elecciones. Los números y las hemerotecas ahí están.

El republicanismo en España siempre ha sido una mentira, y de mentiras y odios se alimenta. No obstante, lo más grave no es eso: Lo más grave es que haya supuestos patriotas que se acojan a este viaje a ninguna parte. Por lo visto no aprenden, y se creerán que domesticarán para sus antojos al republicanismo para convertirlo en patriótico, porque ellos lo valen. En fin...

domingo, 6 de marzo de 2016

HONOR Y GLORIA A ALEJANDRO FARNESIO

Imagen de www.abc.es



Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

Uno tiene la suerte de tener un señor padre harto aficionado a la Historia. Desde muy niño, empecé a leer biografías, amén de una enciclopedia que Domínguez Ortiz dirigió con notables profesores con la Editorial Planeta. Y uno de los personajes predilectos de mi padre para con nuestra Historia es Alejandro Farnesio. Por supuesto, es un sentimiento compartido. Y sin embargo, estamos ante un gran olvidado, cuando no desconocido. No aparece apenas en los planes de estudio, por no decir nada, y ya les adelanto que la universidad es más de lo mismo. Y lo más triste y amargo es que apenas hay biografías sobre este gran héroe en lengua castellana.

Y a todo esto, ¿quién fue Alejandro Farnesio?

Me temo que para responder correctamente no cabrían páginas en el mundo.

Por mi parte sólo puedo realizar un pequeño homenaje pues a este gran guerrero católico, defensor de la Hispanidad hasta los tuétanos:

Alejandro Farnesio fue el Tercer Duque de Parma. Nacido en Roma en el 1545 y falleció en Arras en el 1592. Fue hijo de Octavio Farnesio y de Margarita de Austria y Parma, siendo ésta era hija natural del Emperador Carlos I. Se educó en la Corte de Madrid y en el 1565 contrajo matrimonio con María de Portugal, nieta de Manuel el Afortunado. Una política muy seguida de cerca desde los Reyes Católicos y la Maestría de Avís; siendo su mejor artífice a posteriori Felipe II. Y es que nuestro héroe también fue educado codo con codo con Carlos, hijo de Felipe II, y con Juan de Austria, hermanastro del mismo glorioso y mentado rey.

Desde muy niño, Alejandro Farnesio mostró gran habilidad para la milicia y un gran interés por las letras, siendo desde muy pronto destacado en las mejores Cortes de la Europa.

Participó en la victoriosa Batalla de Lepanto (1571), batalla en la que la victoria de las armas españolas y sus aliados libró a buena parte del Viejo Continente del peligro turco-islamista que asolaba a través del Mediterráneo. En el año de 1577, pasó a los Países Bajos, reclamado por el que era su gobernador, su tío Juan de Austria, quien, poco más tarde de alcanzar sepultura, le nombró como su sucesor en tan ardua tarea. Alejandro Farnesio se mostró no sólo como un valiente e inteligente soldado, sino también como un habilidoso diplomático. En el 1579, por el Tratado de Arras, logró que las Provincias del Sur, católicas, rompieran su alianza con las protestantes y reconocieran a Felipe II como rey. Como respuesta, Guillermo de Orange y las Provincias del Norte firmaron la Unión de Utrecht en el 1579, y en el 1581 proclamaron gobernador de los Países Bajos al Duque de Anjou, hermano del rey de Francia. Tropas gálicas acudieron en apoyo de los protestantes y lograron adueñarse de varias plazas, entre ellas Amberes, en el 1585; pero pronto hubieron de replegarse. Con la recuperación de Amberes en el 1585 y la derrota de las fuerzas inglesas llegadas en socorro de las recién constituidas Provincias Unidas (Conquista de La Esclusa, en el 1587), Alejandro Farnesio aseguró el dominio español sobre Flandes y Brabante. En el año de 1590, desatiendo sus consejos y aíno de noble entusiasmo, Felipe II le ordenó pasar a la Francia y apoyar a la Liga Católica. Alejandro Farnesio obligó a Enrique de Borbón-esto es, el futuro Enrique IV-a levantar el Sitio de París, y luego le derrotó en Ligny. “París bien vale una misa“ es el recuerdo de la Victoria de San Quintín.

Nuevamente en Flandes, socorrió a Nimega, cercada por las Provincias Unidas. En el 1592, retornó a Francia, liberando Ruan, sitiada por Enrique de Borbón. Poco después, cuando preparaba una nueva campaña en la Francia, murió en Arras.

Alejandro Farnesio fue uno de los mayores y mejores consejeros de Felipe II. Ante la empresa de la Grande y Felicísima Armada, bien sabía que los puertos de los Países Bajos se encontraban bloqueados por los protestantes (con la inestimable ayuda de los judíos, por cierto); ante lo cual era partidario primero de asegurarse y esperar para efectuar pues el socorro a Irlanda y preparar mejor una plausible derrota de la Pérfida Albión. Asimismo, no se veía con recursos para cumplir su papel y emprender tan costosa tarea, como bien han puesto de relieve Carlos Canales y Miguel del Rey en su genial Las reglas del viento (1).

Para la festividad de la Epifanía del Señor del 2004, le hice un regalo a mi padre que le causó mucha ilusión (de las pocas ilusiones que le he causado en la vida, para qué nos vamos a engañar…) Rebuscando por internet, fui a dar con Iber-Libro (2) y encontré una biografía de Alejandro Farnesio escrita por Julián María Rubio en 1939. Porque todo lo que se informe uno sobre la gran vida de Alejandro Farnesio es poco, y de esos datos, sumados a los que yo sabía, escribo como puedo de este gran prócer, que es un gran ejemplo de una parte de nuestra Historia que con orgullo mostramos como nuestro mayor tesoro. No porque pensemos que cualquier tiempo pasado fue mejor, sino porque admiramos aquella España que se erguía orgullosa desafiando a lo imposible. Frente a la Leyenda Negra y al complejo de inferioridad, hemos de amar lo nuestro, y para amar hay que conocer. Y es por eso que reivindicamos la figura de Alejandro Farnesio, uno de tantos que merece honor y gloria y no desmemoria y vilipendio.


(1) Para más detalles sobre este libro, véase:



(2) Página de Iber-Libro: www.iberlibro.com

miércoles, 2 de marzo de 2016

HIJOS DE CASTILLA


Momento del Acto en las Navas de Tolosa

Rafa Bocero,
Asociación Juvenil Gran Capitán de Córdoba


Y otro año más, Castilla vuelve a ser olvidada, Fernando III sustituido, la historia manipulada.
 
Roma no paga a traidores, le dijeron a los asesinos de Viriato, pero la España contemporánea sí. En las escuelas se concentran los alumnos para conmemorar la invención de un terrateniente islamista, un vividor que hablaba sobre los males de la sociedad y traidor a la auténtica Fe española. Soñador con una quimérica tierra de paz musulmana, mientras pisoteaba con sus palabras y acciones el recuerdo de todos aquellos que murieron bajo el yugo islámico. En las escuelas de nuestra tierra, los alumnos, en vez de estudiar la auténtica Historia de España, son obligados a escuchar un himno que no representa en justicia a ningún pueblo. Supuestamente toman un desayuno "típicamente" andaluz, pero diferente en cada una de las provincias de la tierra llamada Andalucía.
 
Hoy vemos tristemente como este personaje, es alabado como mártir,  y como sus infaustos planes se van cumpliendo.

Pobre Andalucía, histórica Castilla la Novísima, tierra de españoles; pobre historia de cada ciudad y pueblo, pues según la doctrina oficial del andalucismo, nunca ha habido mayor esplendor en nuestra tierra que con el islam. Tierra de paz hablan algunos, de las tres culturas dicen otros. Cuando lo cierto es que el terror era la única realidad para quien no profesase la fe de Mahoma; y la miseria, la esclavitud y la muerte su único destino. Y aun así, en pocas tierras como en esta, fecundó con tanta fuerza la Fe cristiana gracias a la sangre con que sus mártires regaron sus tierras.
 
Pero saben que se equivocan, por eso nos quieren callar la boca, pues saben que a poco que excavemos los cimientos, en Cádiz, Huelva, Málaga, Granada y Almería saldrán restos fenicios, así como en Córdoba, Sevilla o Jaén romanos.
 
Qué mal hemos hecho Señor para que se nos castigue de esta manera, donde muchos ciudadanos no quisieron la creación de una Comunidad, siendo Almería la última resistencia. Que a prisa y corriendo provocó que cambiaran las leyes para que de Castilla fuéramos desterrados.

Yo no soy hijo de la Andalucía islámica, mi madre es Castilla, quien junto a los leones nos protegió.
 
Renuncio pues a dicha maldición, y con esperanzas resisto siempre en guardia a que Castilla vuelva para liberarnos. Cual misma hazaña realizara el rey Santo, que Sevilla guarda.

Algunos de los participantes en los actos de Navas de Tolosa (Jaén)
 

viernes, 26 de febrero de 2016

28 DE FEBRERO: NADA QUE CELEBRAR (2016)

Pendón de San Fernando III de la Reconquista de Sevilla, expuesto en la catedral.



Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor



Ante la llegada de un nuevo 28 de febrero, desde esta revista cultural hispánica manifestamos que no celebramos a Blas Infante Pérez de Vargas, individuo al que el pueblo andaluz jamás le dio ni su adhesión ni su voto; individuo que renegó de su apellido compuesto de nobleza castellana reconquistadora. No celebramos su camaradería con los separatistas antiespañoles que odiaban a Andalucía. No celebramos su islamismo, ni su odio a la tauromaquia, ni su odio a la Corona de Castilla y a los visigodos. No toleramos que un señorito que hacía las veces de ensayista pedante quisiera arrebatarnos nuestros valores espirituales y culturales más preciados en nombre de un exotismo que no existe. Y por supuesto, tampoco celebramos a este régimen corrupto y ladrón que, desde el PSOE y el PP a Podemos nos ha llevado a la miseria más absoluta, en nombre de banderas musulmanas y odios irracionales que sólo disfrazan un choriceo señoritingo-progre que nunca cesa.

Exigimos memoria histórica: En el año 711, jinetes moros atravesaron el Estrecho de Gibraltar e impusieron por la fuerza su cultura y su religión, oprimiendo a los indígenas hispanos y destrozando la Spania visigótica. Esta terrible invasión duró casi ocho siglos; ocho siglos en los que toda España peleó para liberarse del yugo extranjero.

Vinieron a llevarse nuestras riquezas.

Vinieron a llevarse a las mujeres para sus harenes, forzándolas, violándolas.

Vinieron a explotarnos, humillarnos y someternos.

Ningún pueblo celebra a sus genocidas.

No hay nada que celebrar en este vergonzoso día, y mucho menos, con forasteros o extranjeros como el holandés Kichi, ocupante del ayuntamiento de Cádiz, que en vez de reprochar a sus paisanos sus años de esclavismo y piratería, viene a insultar el día de la Hispanidad. No es de recibo que vengan extranjeros desagradecidos a escupir sobre nuestra memoria; como no es de recibo que el imperio británico siga invadiéndonos en Gibraltar.

Basta ya.

Derecho a decidir:

Derecho a celebrar a Ben Hafsún como el precursor de nuestra independencia y a Fernando III el Santo como nuestro patrón y libertador.

Derecho a que se hable claro sobre el fraude que supuso la votación del estatuto de autonomía, votación a la que se negó a acudir más del 60% del pueblo andaluz, y muy especialmente Jaén y Almería.

Derecho a que los pueblos de las Españas no vivamos enfrentados, sino hermanados.

Derecho a que se reconozca a Andalucía como encuentro del Atlántico y el Mediterráneo, como artífice de la hispanidad de Canarias y América y de la consiguiente expansión de la lengua de Cervantes, la misma que tuvo a Elio Antonio de Lebrija como gran gramático.

Derecho a que no se olvide nuestra herencia céltica, ibera, romana y visigoda.

Derecho a que se reconozcan nuestros lazos de hermandad con Portugal (especialmente con el Algarve) y con los pueblos del sur de Italia, y a dejarnos de zarandajas de imperialismo marroquí.

Derecho a que la Unión Europea deje de perjudicarnos para beneficio de Marruecos y Turquía.

Derecho a que se restablezcan los blasones tradicionales de nuestros cuatro reinos.

Derecho, sí, derecho a decir no a una pantomima neomorisca más.

NO AL 28 DE FEBRERO DE BLAS INFANTE, SÍ AL 28 DE FEBRERO CON "F" DE FERNANDO III EL SANTO.





 Cuadro de San Fernando III en la catedral de Jaén.
Imagen de www.rafaes.com




sábado, 6 de febrero de 2016

JUDAÍSMO A LA CARTA

Imagen de www.tu-pc.com

Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

Leyendo la novela Cienfuegos del escritor canario Alberto Vázquez-Figueroa, me encuentro una vez más en mi pajolera vida con una visión totalmente deformada y maniquea de nuestra historia, en directa relación con una judeofilia empalagosa a fuer de excesiva y embustera. Vázquez-Figueroa dice que los judíos son un pueblo tradicionalmente amistoso… Claro, Josué es una de las figuras que nos demuestra este aserto. Y el estado de Israel nos lo acaba de certificar.
Con todo, esto no es culpa de Vázquez-Figueroa. O al menos, no es su exclusiva culpa. El judaísmo a la carta es algo que en España afecta tanto a liberales como a marxistas. Es más: No se entiende la versión marxista de España sin su clarísimo antecesor liberal-negrolegendario. Sea como fuere, centrándonos en la obsesión judaica, podemos hallar varios apartados:
- España fue racista.
- España perdió a los intelectuales y a los que hacían trabajos manuales.
- España entró en decadencia por culpa del edicto de expulsión de los judíos emitido en 1492.
- Como los judíos generaban riqueza, por eso somos pobres.
- Los judíos son un pueblo amistoso, perseguido por todo el mundo cuando no se han metido nunca con nadie.
Analicemos las partes para llegar al todo. Hagamos pensar poco a poco a los repetidores y propagadores de tópicos/embustes:

ESPAÑA FUE RACISTA
-Si España fue racista, ¿por qué permitió quedarse a los judíos que abrazaron el cristianismo? (medida por cierto más que ingenua que nos costaría muchísimos quebraderos de cabeza, tema admitido por los escasos conversos sinceros...)¿Por qué desde primera hora hubo negros libres que embarcaron para América, desde los negros curros de Sevilla y Cádiz a La Habana, hasta Juan Valiente, conquistador de Chile?¿Cómo es que el negro Juan Latino fue profesor en Granada y pudo contraer matrimonio con una muchacha blanca y de familia ilustre encima? ¿Cómo es que la misma Corona fomentó en el Nuevo Mundo los matrimonios entre españoles e indias y viceversa desde los tiempos de Isabel la Católica? ¿Por qué el primer poblado de negros libres en el continente americano fue en la Florida española? ¿Por qué el mestizo Inca Garcilaso fue soldado de Juan Austria y enterrado con todos los honores en la catedral de Córdoba? ¿Por qué la Corona de Castilla reconoció los títulos de nobleza desde los descendientes de Moctezuma a la nobleza inca? ¿Por qué, de hecho, los indios fueron los mayores enemigos de los independentistas a principios del siglo XIX? ¿Acaso no dijo Joaquín Posada Gutiérrez, general bolivariano, que “he dicho poblaciones hostiles, porque es preciso que se sepa que la Independencia fue impopular en la generalidad de los habitantes; que las clases elevadas fueron las que hicieron la revolución; que los ejércitos españoles se componían de cuatro quintas partes de hijos del país; que los indios en general fueron tenaces defensores del gobierno del Reino, como que pretendían que como tributarios eran más felices que lo que serían como ciudadanos de la República”. Según el criterio de los negrolegendarios, ¿es que los muchísimos indios realistas eran tontos?
No sé, para tener una “mente/política racista”, los hechos no parecen cuadrar.
Sea como fuere, bueno sería saber desde cuándo los judíos son una raza; porque a decir verdad, en la religión judaica se dan todas las razas, y en buena medida, la procedencia de conversos europeos/caucásicos. También hay judíos de raza negra: Los falashas etíopes. También están los sefardíes, ya mezclados con árabes, bereberes, turcos, etc. O los judíos kurdos. Sin embargo, hay quien considera que los judíos son una “raza pura semita”, cuando en verdad es que son los menos semitas de entre los pueblos semíticos, válganos la redundancia. Los árabes son más semitas que los judíos. Pero esto del “semitismo judío” no es más que un racismo/nacionalismo inventado por la ideología sionista. En cambio, bien que lo acogen los negrolegendarios. Y al final, por la boca muere el pez.

ESPAÑA PERDIÓ A LOS INTELECTUALES Y A LOS QUE HACÍAN TRABAJOS MANUALES
-Si España perdió a los únicos intelectuales que hacían trabajos manuales y tal, ¿también eso pasó en Inglaterra, Francia, Alemania, Bohemia, Rusia, Lituania, Polonia...? Digo, porque todos estos países también expulsaron a los judíos. Y muchas veces, con métodos más pacíficos que los empleados por los sionistas con los palestinos... Pero eso, ¿sólo los judíos leían y trabajaban? ¿Europa entera era analfabeta y necesitaba de la intelectualidad y el trabajo de los judíos? ¿Eran, por tanto, los judíos, la raza superior?
¿De verdad no había ni en España ni en el resto de Europa nadie que supiera de artesanía, de trabajar en el campo…? ¿No había profesores de latín? ¿No había poetas? ¿No había músicos? ¿Todo eso dependía de los judíos? ¿Tan torpes y analfabetos éramos?
Desde luego, el mensaje de odio y racismo parece que no va en “dirección antisemita”… Lo dicho: Por la boca muere el pez. El odiarse a sí mismo al final es lo que tiene.


ESPAÑA ENTRÓ EN DECADENCIA POR CULPA DEL EDICTO DE EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS EMITIDO EN 1492
-Si España entró en decadencia... ¿cómo se explica que en ese año de 1492 se reconquistara Granada, se llegara a América, se forjara la mejor infantería del mundo con el Gran Capitán, auténtico innovador de guerra y acaso creador de la figura del hospital militar; y que pocos años después España se confirmara como potencia marítima, militar y cultural, llegando desde las Antillas a los Andes y haciendo temblar los pantanos de Flandes; así como humillando a los muy poderosos ejércitos franceses? ¿Cómo se explica el desarrollo de la mística en el siglo XVI, con figuras tan señeras como San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús? ¿Cómo es que el idioma español era estudiado en toda Europa, así como eran imitadas hasta nuestras vestimentas? ¿Cómo es que la pomposa Casa de Austria, acostumbrada al ornato europeo, adquirió nuestra sobriedad y austeridad? ¿Cómo es que el siglo XVII se confirme como el siglo de oro de la literatura española, con un bagaje como el de Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Baltasar Gracián, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina...? ¿Cómo es que en la América Española muy pronto se den escuelas iconográficas propias como la Escuela Cuzqueña o la Quiteña; o el arte indio-cristiano de México; así como el desarrollo de una espectacular música barroca acriollada, descendiente de fandangos, zarabandas, folías, canarios, etc.?

COMO LOS JUDÍOS GENERABAN RIQUEZA, POR ESO SOMOS POBRES
Curioso es que los que se tiran de los pelos por cualquier crítica al sionismo como "antisemitismo" caigan en el prototipo del judío como máquina de hacer dinero. Por supuesto, aparte de intelectuales y trabajadores manuales frente a una población belicosa, sucia y analfabeta. Que es lo que se nos dice, tal cual.
De todas formas, ¿me pueden decir cuál es la riqueza generada por los judíos en Marruecos? ¿En Curazao? ¿En Turquía? ¿En los Balcanes? ¿Y en Argentina, uno de los países con más judíos del mundo?
Otrosí, no deja de ser curioso que este argumento de la “riqueza judía” sea esgrimido por “gente de bien de derecha”. Digo, porque el judaísmo se basa en la negación de Cristo como Mesías. Y el judaísmo considera a Cristo como blasfemo. Y eso por no hablar de las barbaridades racistas y genocidas que fueron escritas contra los cristianos en el Talmud, condensado por rabinos en el Medioevo. Y eso por no hablar de lo que dice San Pablo acerca de Dios y del dinero. Que digo yo que no es un argumento muy cristiano eso del “determinismo económico”. Pero bueno, ya sabemos cuál es el “cristianismo” de estos elementos; los cuales están siempre prestos a acogerse a argumentos fabricados por anticristianos.
Así las cosas, damas y caballeros, el problema está en que esto no es cosa de una novela, o de alguna opinión suelta: Esta es la "historia" que nos meten en los colegios (sí, también en los colegios ¿religiosos?), en la literatura, en la televisión, en la radio... Y hasta en la sopa. Y así nos va, sin que nadie ose hacer preguntas críticas ante tantas indigestas gilipolleces; y sin que nadie ose cuestionar cómo el estado “español”, con el Letizio a la cabeza, le da la nacionalidad a los sefardíes, ajenos a nuestro acervo espiritual y cultural, y se la sigue negando a muchos descendientes directos de españoles en Hispanoamérica.(1)

Y todavía queda pendiente la nacionalización de los moriscos… Que Dios nos coja confesados.



NOTAS:

(1) Recuérdese:

jueves, 4 de febrero de 2016

ESPAÑA COLONIZADA EN EL SIGLO XIX



Un inglés de la colonia británica en India, servido por indígenas



UNA LECTURA DE LOS LIBROS DE VIAJE DEL XIX

Manuel Fernández Espinosa

Cuanto más lee uno a los viajeros extranjeros que recorrieron España en el siglo XIX más se percata de que, desde esa nefasta centuria, en España comienza un proceso de colonización -y no de progreso, como quieren y dicen los desinformados que hablan sin ton ni son. Si uno se cree cuanto puede leerse en los libros de historia (esos que se pergeñan para uso de bachilleres) terminará por desconocer el siglo XIX que, ya de suyo, es un siglo no por próximo a nosotros mejor conocido.


 
La bibliografía oficial quiere que este siglo XIX sea entendido, en lo que concierne a España, como una época de progreso, de apertura al exterior, de avances, presentándolo como algo positivo en su conjunto. Y todo ello a pesar de las fuerzas reaccionarias que, como todo el mundo sabe (y quien diga lo contrario, sea anatematizado), frenaron en su cerrazón oscurantista el progreso maravilloso, la europeización plena de España que, por torpes políticas de aislamiento católico, se había estancado. Abolida la Inquisición, las ideas de allende Pirineos atravesaron la frontera y vinieron a sacarnos de las tinieblas seculares en que la Iglesia Católica -en alianza con un Trono chapado a la antigua usanza- nos había mantenido, privándonos de la felicidad de la herejía, de la orgía de la revolución, de la borrachera de sangre de la guillotina, del genocidio jacobino, etcétera. Es la versión de la historia liberal que, a pesar de lo embustera y tergiversada que resulta, no deja de gozar de buena salud, jaleada por sus terminales mediaticas.

 
Sin embargo, dejando ahora a un lado la labor de apología de la España tradicional, lo que nos cuentan los viajeros extranjeros da idea de lo que realmente pasó en España durante el siglo XIX. Amén de la atávica corrupción de nuestra casta política (podredumbre que, como sabemos, se ha perpetuado hasta nuestros días), lo que en España ocurrió fue un proceso de colonización. De haber sido siglos atrás Imperio, España pasó a ser una colonia (con presunta soberanía "nacional" aparente), una colonia de los intereses económicos de capitalistas ingleses y franceses.



Llegar a esta conclusión exige haber leído muchos libros de viajes donde los extraños, personajes particulares más o menos famosos en sus países de origen, nos retratan el retraso en que viven nuestros pueblos españoles, desde el norte hasta el sur. La visión romántica de los extranjeros que visitan España, románticos viajeros, deja paso así a una visión que dicta sus notas de viaje desde un sentimiento de superioridad que, no en pocos casos, desprecia con petulancia todo lo español. Todo ello quedó cristalizado en aquella frase de Alejandro Dumas: "África empieza en los Pirineos".

 
Pero esta impresión de Dumas no es un caso aislado. Otro francés, Eugène Poitou, en su "Viaje a Andalucía" nos ha dejado el paradigma de esa actitud desdeñosa por todo lo español que sustentaron no pocos visitantes extranjeros del XIX. Es Poitou el que nos revela cuanto estamos diciendo, cuando al visitar Sevilla, escribe:

 
"El barrio de Triana se extiende por la ribera derecha del Guadalquivir y hoy es el barrio industrial de Sevilla: desde lejos se ve el humo de algunas fábricas, entre las cuales, la más importante es una de lozas explotada por una compañía inglesa. Todas las grandes empresas industriales, agrícolas o comerciales que encontramos en este país, menos unas poquísimas excepciones están dirigidas por extranjeros, la mayoría ingleses o franceses" (lo subrayado es mío).


 
No se trata de un solo comentario. Más adelante afirma:

 
"Los grandes viñedos del país, su explotación y el comercio de los vinos cuya producción alcanza los ocho millones de litros por año, están en manos de extranjeros franceses e ingleses".



Aquí está hablando de Jerez, por supuesto.

 
Para el observador francés que seguimos (Poitou), cargado con sus prejuicios y reafirmado en las peripecias que vive en la península Ibérica, el estado de las cosas que exhibe España es deplorable y la causa de que España esté siendo colonizada por Inglaterra y Francia queda apuntada en este comentario:

 
"En todos los campos nos encontramos con un barniz de civilización en la superficie, mientras la ignorancia y la barbarie están en el fondo. Tienen ferrocarriles y telégrafos, pero cuando no son extranjeros los que los dirigen y explotan, todo anda sin orden, sin regularidad, sin seguridad. Tienen un Gobierno constitucional y Cámaras, pero el país desde hace cuarenta años está sometido a golpes de Estado; las insurrecciones militares se suceden periódicamente; las finanzas están arruinadas; el desorden reina. Hablan sin parar de nobleza, de patriotismo y de honor, aunque, según me contó la gente que vive aquí desde hace veinte años, la corrupción es general, la codicia se exhibe sin pudor y la venalidad no tiene límites".

 
Es la codicia de las clases dirigentes la que ha conducido, en su lucha por el poder, a esta situación. Mientras unos y otros partidos políticos y camarillas se ocupan en alcanzar el poder por los medios que sean, para gozar de las mieles del dinero y la posición social, el pueblo sufre y calla, sumido en la miseria y la incultura. Y es que, según Poitou, las convulsiones que se suceden en España no se deben a otra cosa que a una lucha sin cuartel por el poder, lucha de banderías que se mueven por los más ruines intereses:



"No se trata de partidos políticos que luchan por el triunfo de ciertos principios; son, desde siempre y en todas partes, las mismas ambiciones egoístas bajo distintas banderas, las mismas ardientes concupiscencias y la misma avidez insaciable. Los liberales derriban a los reaccionarios, los progresistas a los liberales, pero en el fondo nada cambia, sólo una revolución más y un dinero menos en las arcas del Estado".

 
Mientras tanto, aunque el pueblo español padece esa lacra de políticos inútiles y perniciosos, el pueblo, más sano que los políticos que contienden por el poder y muy a diferencia de esa casta, desprovista de todo noble ideal comunitario, el pueblo -lo veremos en las notas de Poitou- conserva un vestigio de honor, un resto de dignidad que no encuentra otra salida que la sorda hostilidad hacia el extranjero. Así dice el francés:

 
"Todo extranjero está aquí mal visto; lo paga todo más caro, haga lo que haga encuentra por todas partes dificultades y obstáculos. España le debe a los extranjeros todos los progresos que ha hecho, y en vez de buena voluntad y participación, sólo han encontrado desconfianza, celos y hostilidad. El orgullo nacional sufre con la superioridad de los extranjeros. Los españoles preferirían no ver ninguna mejoría a debérsela a los extranjeros y tener que reconocer que la noble España no está a la cabeza de Europa".

 
Poitou, desde sus prejuicios supremacistas, juzga que es orgullo español esa xenofobia que se trasluce en el trato que los españoles dispensan a los extraños. Orgullo e ingratitud, como si los españoles tuvieran que estar agradecidos a los extranjeros "civilizados" el que, aprovechándose del caos político de su aciaga clase dirigente, explotan sus recursos naturales y someten a los españoles a ser parias en su propio suelo.

 
Lo vemos cuando anota lo siguiente, noticiado por la colonia británica en Málaga:

 
"Antes, muchos ingleses vivían en Málaga. Atraídos por el agradable clima, intentaron hacer aquí una estación de invierno igual que han hecho en Niza y en otras ciudades del Mediterráneo. Trajeron mucho dinero al país, pero sólo encontraron a cambio malevolencia y solapada hostilidad. Terminaron por cansarse de esta mala acogida y dejaron Málaga".



Habría que revisar los libros de Historia de España de 2º de Bachillerato y el libro que no contuviera mención de esa vergonzosa colonización de España a manos del capitalismo europeo (gracias a los liberales), el libro que se empeñara en bastardear la historia desde la perspectiva estrecha de un sectarismo ideológico acrítico, presentando el siglo XIX como un siglo de apertura, europeización y progreso, ese libro, por embustero y, en el mejor de los casos, por desinformado, habría de ser secuestrado en toda su edición y mandar reciclar el papel.

 
Mientras nos dejemos falsear nuestra historia, ¿quién puede pretender poner solución al mal actual? ¿Y tendremos que tragarnos el cuento aquel de que la Iglesia católica y la monarquía tradicional (no la constitucional, por favor) son los culpables de todos los males de España?

 
La raíz de todos los males de la España del siglo XIX fue el liberalismo y sus derivados: el socialismo y otros engendros facturados en las metrópolis que nos estaban colonizando, sometiendo y explotando. Y mientras el liberalismo decimonónico goce de prestigio, como sus monstruosos hijos (tal el marxismo), seguiremos viviendo en la mentira y quien vive instalado en la mentira no será jamás libre.



Y ya tiene que ir acabando esa lectura superficial que se hace de los libros de viaje a España. Nos enseñan bastante, si sabemos leer.