RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

lunes, 14 de septiembre de 2015

¿REFUGIADOS? ENTRE PROGRES Y MEAPILAS

Imagen de www.publico.es


Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

De buenas a primeras, tras cuatro años de una guerra terrorista invasora contra la República Árabe de Siria y su legítimo presidente Bachar Al Assad, se cumple lo que tanto él como Gadafi dijeron: El terrorismo que estaba apoyando Europa se volverá contra el Viejo Continente, y primeramente, bajo la forma de oleadas migratorias masivas. Países como Grecia e Italia se estaban viendo desbordados, en especial tras la guerra de Libia comandada por Obama y Sarkozy, los mismos que ayudaron a los terroristas islamistas a ocupar el poder y a asesinar a un Gadafi que siempre procuró respeto para los cristianos y que mantuvo a raya a los Hermanos Musulmanes; haciendo de un país tribal-beduino un sitio próspero y pacífico; el único país del Magreb donde la gente no emigraba, al contrario, recibía inmigración e inversión extranjera. Desde el 2010/2011 se vienen registrando estos movimientos bajo el nombre de “primaveras árabes”, que empezaron en Túnez y muy pronto se deslizaron por Libia y Egipto, llegando hasta Siria; una Siria en donde, como reconoce la hermana Guadalupe Rodrigo (1), era impensable que ocurriera algo de esto por mor de la paz y tranquilidad que se respiraba; pero claro, de pronto, comenzaron a llegar mercenarios extranjeros que aprovecharon determinadas coyunturas, aupados por los petrodólares, Estados Unidos, Israel y la Unión Europea.

Luego de este tremendo quilombo (válganos el argentinismo) que amén de barrer de cristianos la zona, está sembrando el pánico entre los propios musulmanes que no aceptan las terroríficas tesis wahabitas, tenemos lo siguiente:

-Aparecen en Europa miles de dizque refugiados. Europa  está bastante lejos del radio de acción de una guerra que la República Árabe de Siria está librando contra el terrorismo internacional. Y al cabo de cuatro años. Digo yo, cuando se es refugiado, lo normal es que se vaya a entornos vecinos; pero no a lugares lejanos, y no en viajes que cuestan un dineral; dineral con el que se pueden comprar una casa en alguna zona de Siria donde todavía, gracias a Dios y a la gestión del Ejército Árabe Sirio, no han llegado los estragos de la guerra.

-Aparecen exigiendo, pidiendo ayudas. Dicen unos que es que España sólo ayuda un año mientras que Alemania ayuda tres... Si yo cuando emigré al Perú hubiera exigido algo, me hubieran pegado una patada en el culo sin contemplaciones. Los europeos y los asiáticos que emigraron al continente americano no tenían más incentivo que el de trabajar como mulos. Ningún gobierno les dio ayudas, ni seguridad social, ni colegios gratis. En el Brasil de finales del XIX y principios del XX, cuando se fomentaba la inmigración para poblar territorios casi desiertos y de paso asegurar las fronteras, para que el Estado te diera facilidades para adquirir tierras a muy buen precio, primero tenías que trabajar cinco años en una hacienda cafetalera. Y es que los inmigrantes europeos, árabes o japoneses que arribaron a Sudamérica, lo hicieron sabiendo que habían de trabajar duramente, sin ningún tipo de subvenciones. Igualito…

-Hay bastantes imágenes de cómo han rechazado alimentos al ver el símbolo de la Cruz Roja. En esas imágenes también se ve cómo la mayoría son hombres jóvenes y nada desnutridos. Asimismo, hay ya varias pruebas de que muchos han combatido contra el legítimo gobierno de Bachar Al Assad, ya sea en Al Nusra o en algunos grupúsculos terroristas asquerosos jaleados por las potencias occidentales.






Para colmo, los “refugiados” llegados al Madrid de una Manuela Cármena que cada día se parece más a Doña Rogelia, codo con codo con Podemos y hasta con banderas del orgullo gay. Y con antitaurinos y lo que haga falta.

-Felipe González, quien “curiosamente” hace poco ha obtenido la nacionalidad colombiana; ha dicho que Europa debe acoger a veinte millones de árabes. Porque él lo vale. Alemania dice que va a acoger a 500.000 por año. Como el que no quiere la cosa. Y digo yo, ¿no sería mejor que Europa dejase de apoyar a los terroristas y que en todo caso apoyase al legítimo gobierno y al pueblo sirio? El noble, laborioso e inteligente pueblo sirio no quiere ir a Europa, ni quiere ser manipulado por las moralinas superficiales y los histerismos utópicos de pijoprogres o meapilas democristianos.

-Y bueno, reitero: Que ni refugiados ni sirios. Que hasta la misma ONU dice que la mitad no lo son; o sea, eso quiere decir que mucho menos de la mitad. Que están entrando libios, tunecinos, irakíes, afganos, pakistaníes... Que esto es un camelo y un coladero.

¿Me quieren decir ustedes qué está pasando en Pakistán para que sus ciudadanos vayan en masa a Grecia?

¿Me quieren decir ustedes qué infraestructura pueden tener en una crisis que no cesa países como los de Europa del Este, Italia, Francia o España?


-Así las cosas, no me creo la "caridad" de progres o meapilas, y me explico: Antes te dolerá lo que le pase a tu hermano que lo que le pase al que vive lejos. Si no quieres a los tuyos, ¿cómo querer a los otros? Si pasas tres kilos de los miles de españoles emigrados sin oportunidad de retorno, ¿cómo vas a sentir nada por los dizque "refugiados" que llegan sin saber de dónde, muchos con banderas de los terroristas apoyados por la OTAN para derrocar al legítimo presidente Al Assad, la mayoría hombres jóvenes y muy bien alimentados, pagando viajes caros y que hasta rechazan agua y comida si ven una cruz? Además cuando la mayoría no se sabe ni de dónde vienen. Y ni progres ni meapilas tienen ni idea de lo que pasa en Siria.

Aquí no hay "caridad", ni religiosidad. Ni tan siquiera "filantropía". Todo es mentira en estos alelados de izquierda, derecha (o tiro por que me toca) que no salen de la moralina superficial, el histerismo utópico y el postureo de quienes se niegan a ver la dura realidad ante sus narices. Y para ello necesitan una "justificación", ya sea hasta tergiversando el cristianismo para sus fines, si hace falta; al buen estilo de la democracia cristiana.


Al final sus cabezas rodarán igual, eso sí. Y se lo tendrán bien merecido. Es lo que le queda a esa sociedad hipócrita e indigna. Pero al menos, que no se diga que no hubo quien avisó de lo que se venía. Nosotros lo venimos haciendo desde hace años. Y más claros que nosotros fue Gadafi, como lo es Al Assad, a quien Dios Nuestro Señor le dé muchos años más para que capitanee la victoria contra las ratas asesinas. 












(1) Guadalupe Rodrigo es misionera del Instituto del Verbo Encarnado y se ha llevado muchos años entre Egipto y Siria. Hay varias conferencias suyas muy ilustrativas. Recomendamos esta, por poner un ejemplo:



Entre otras cosas, explica cómo la prensa occidental, quitando cabeceras de manifestaciones pro Al Assad, sin embargo, las vendía como "manifestaciones contra el gobierno". Demencial. 

jueves, 10 de septiembre de 2015

COMIENZO DE LA SERIE "CARLOS, REY EMPERADOR"

Imagen de www.vertele.com

Por Manuel Chacón Rodríguez

Bastante buen comienzo de la serie de TVE1 "Carlos, rey emperador" -con algún detalle discutible- sobre la vida de Carlos I de España y V de Alemania, emitida desde anoche todos los lunes a las 22:00 h. Pasamos a realizar un somero análisis en términos históricos de este primer episodio. Se trata de una serie (de ficción, no lo olvidemos) que recrea bastante bien (para lo visto hasta ahora en la historia reciente del cine y la televisión en España) la vida de uno de los más importantes dirigentes y momentos de la historia de España y del mundo. Por lo que, sólo por eso, por valorar y "poner de moda" a tan importante momento histórico de nuestra historia patria, vale la pena. Pero no todo es perfecto. Veamos. Bastante aceptable cabecera inicial, moderna e histórica a la vez, con dibujos renacentistas y mapas históricos de España, del mundo y del Imperio, con música apropiada. Excelente el inicio del episodio con las palabras que le escribió el cardenal Cisneros al emperador Carlos, "vuestra alteza debe venir a tomar en la mano aquel yugo que el católico rey vuestro abuelo os dejó, con el cual tantos bravos y soberbios se domaron y en la otra las flechas de aquella reina sin par, vuestra abuela, Doña Isabel, con que puso a los moros tan lejos", seguido del desembarco del ya rey Carlos I de España en las playas asturianas de Tazones. En general, la ambientación, vestuario, escenarios y armamento de época, etc, bastante bueno y evocador, sin ser perfectos. Fallo en algunos detalles musicales cuando aparece la corte francesa de Francisco I, con unas trompetas más propias del Barroco o el Rococó que de principios del Renacimiento. Y apenas se escuchó ninguna música de la época, renacentista, tan rica y variada en España. Iremos viendo en próximos episodios, pues la corte del emperador Carlos fue prolija en este aspecto. Asimismo, falló a nuestro entender al utilizar varias veces la palabra "colonia", refiriéndose a Cuba, denominación más propia de siglos posteriores (especialmente XIX o XX), puesto que a inicios del XVI aquello era el Virreinato de las Indias, y eran reinos lo que los españoles fuimos fundando en América a medida que avanzaba la conquista. Por otro lado, hubiera sido más apropiado utilizar el nombre español original de Cuba, o sea: isla Juana. Debería haberse indicado de alguna forma que el rey Carlos -aún no emperador- no hablaba castellano al llegar a España. No hubiera estado de más algún pasaje, siquiera inicial, hablando en flamenco, francés o alemán con subtítulos en español. Puede que sea mucho pedir. Asimismo y un detalle a nuestro entender bastante grave, es que en el guión apenas se utiliza la palabra España -como en la anterior serie Isabel-, y eso es un error deliberado, porque no es ya que en toda la Edad Media se hablara siempre de Hispania/España, tal como históricamente está constatado (con plena conciencia de ser hispanos/españoles desde época como mínimo visigoda); sino que a finales del siglo XV y principios del XVI era el tema de moda la restauración de España por obra de los Reyes Católicos y, tras ellos, en la persona de su nieto Carlos. Algo totalmente compatible en la idiosincracia hispana con las identidades particulares de sus diversos reinos: Castilla, Aragón, Navarra, etc. Sí se nombra a España al principio, al mencionar Cisneros de su propia boca (excelente interpretación, por cierto) que él es "cardenal de España" y también en el "making-of" final, cuando aparece el actor Álvaro Cervantes con el subtítulo de "Carlos I de España". Pero no durante el capítulo en sí. Esperemos que en los próximos episodios ya se mencionen más los términos "España" y "las Españas", tal como históricamente fue. Recomendamos, pues, seguir la serie y estar atentos a estos detalles, animando a reivindicarlos o a plantear quejas constructivas mediante mensajes en su página de facebook, pensando en que TVE emita otras próximas series históricas del mismo tipo. Los guionistas y la dirección están muy atentos a este particular y nos consta que tomaron buena nota de varias aportaciones realizadas por nuestra parte durante la 1ª temporada de la serie "Isabel", subsanando errores en la 2ª. Adelante, pues, y a disfrutar de nuestra gran historia, siempre con patriotismo constructivo, esto es, con espíritu crítico y de superación.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

LAS RAÍCES RELIGIOSAS DEL PACIFISMO

Gandhi en su visita a la Italia fascista


LA INSUSTANCIALIDAD DEL PACIFISMO REBAÑEGO

Manuel Fernández Espinosa

 
El pacifismo viene definido por el diccionario de la RAE como: "Conjunto de doctrinas encaminadas a mantener la paz entre las naciones". Pero esas doctrinas de las que se nutre el pacifismo son muy variadas y es por ello que me propongo hacer una inspección sobre este asunto.
 
Aunque se pueden traer a colación muchos antecedentes del pacifismo diremos que el pacifismo tiene una médula religiosa, como vamos a tener ocasión de ver abajo. Sin embargo, en un occidente desacralizado, el pacifismo que se estila prescinde de esta dimensión religiosa, ofreciéndose una versión apta para todos los públicos, sin que comporte mayor compromiso que la escenificación más o menos patética de un deseo de paz evanescente.
 
A falta de un compromiso real que sí puede encontrarse de forma plena en lo religioso hasta el "heroísmo pacifista" (sea la religión que sea), el "pacifismo" occidentalista no deja de ser una ideología que sirve como instrumento de dominio de masas. Su funcionalidad está desnaturalizada y no deja de ser un recurso que el poder económico y político emplea a su conveniencia. Y el mecanismo que este "pacifismo rebañego" sigue es tan simple como lo podemos ver en no pocas de sus manifestaciones de la historia más reciente.
 
Un suceso trágico de índole bélica impacta en la opinión pública, mediante los medios de intoxicación de masas (llamarle "medios de comunicación" sería convertirse en cómplices de las conspiraciones del poder), inmediatamente se desencadena un efecto sobre las masas, recogiéndose lo que se había calculado recoger: lo mismo la adhesión masiva a una intervención militar que la recepción de "refugiados". El pacifismo fue empleado magistralmente por el comunismo soviético que, durante la Guerra Fría, lo exportó a sus sucursales en todos los países que permanecían bajo la férula estadounidense: se minaba así la combatividad de la opinión pública de los países capitalistas y se neutralizaba cualquier esfuerzo bélico procedente de los gobiernos. Dábase el caso paradójico de que, mientras en occidente los comunistas reclamaban la "paz", los países comunistas seguían rearmándose. La lección ha sido aprendida por las demás potencias, independientemente de su signo político.
 
EL PACIFISMO DE LAS RELIGIONES DE EXTREMO ORIENTE
 
Prevalece una enorme ignorancia en cuanto a las religiones y no parece que nadie quiera remediarla. Es por ello que se tiende a generalizaciones totalmente equivocadas. Se ha llegado a admitir una clasificación de las religiones en: 
 
Religiones violentas.
 
Religiones pacifistas.
 
Entre las religiones violentas, el Islam y el Cristianismo cargan con la peor de las famas: el Islam por su "yihad" y el Cristianismo por sus "Cruzadas" de antaño. Y esto se hace con el máximo desdén intelectual hacia la complejidad que podemos hallar tanto en el Islam (sunnitas y chiítas) como en el cristianismo (protestantes, ortodoxos y católicos). Por ser enormente problemático, este tema lo dejamos a un lado, para centrarnos en el "pacifismo religioso" que es el que nutre al "pacifismo rebañego". Éste, el rebañego, tiene una imagen parcial de la realidad de las religiones consideradas como "pacifistas", las de Extremo Oriente y, como es de esperar, no actúa en consecuencia como sí que actuaron los grandes ejemplos del "pacifismo religioso", el mismo ejemplo que -sin "religión" y degradado a icono o eslogan publicitario- reclama para sí.
 
Las religiones del Extremo Oriente son conceptuadas como "pacifistas", lo que muestra el abrumador desconocimiento que el occidental tiene de las mismas.
 
He dicho más arriba que el pacifismo, en efecto, es de índole religiosa. Puede verse en sus dos figuras mundialmente más representativas: Lev Tolstoi y Mahatma Gandhi. Gandhi ha sido convertido en un icono del pacifismo rebañego, prescindiéndose de sus motivaciones y, por supuesto, sin animar a nadie a reproducir  el ejemplo de su determinación.

GANDHI Y LA "AHIMSA"
 
Mahatma Gandhi (1869-1948) empleó el pacifismo por razones estrictamente religiosas, sin dejar por ello de perseguir una finalidad política: luchar incruentamente por expulsar a Gran Bretaña de la India y alcanzar la independencia de su nación. Y este pacifismo gandhiano nunca fue obstáculo para que Gandhi admirara a Benito Mussolini y al fascismo italiano (algo que ignora la mayoría de pacifistas de rebaño). Es cierto que Tolstoi ejerció una formidable influencia sobre el pensamiento de Gandhi, pero la inspiración de Gandhi no hay que encontrarla en el "El Reino de Dios está en Vosotros" de Tolstoi, sino en el concepto religioso y filosófico de la tradición india: la "Ahimsa". Y aquí debemos aclarar un poco la procedencia de este término sánscrito.
 
La "Ahimsa" suele traducirse como "no-violencia", pero sería más apropiado traducirlo como "no hacer daño". Puede encontrarse en los textos de la "Upanishads", pero la "Ahimsa" fue asimilada por algunas modalidades del hinduísmo, del budismo y del jainismo. Sin embargo, es tal el desconocimiento de las diversas tradiciones de Extremo Oriente que se considera que todo el hinduísmo, todo el budismo y todo el jainismo la acepta con el mismo rigor. Eso ha dado una imagen de "benevolencia" (muy buen rollo) a estas religiones que está muy lejos de hacerles justicia.

AHIMSA EN EL HINDUÍSMO
 
Estas tres religiones son tan antiguas como para haberse ido complicando en su despliegue y su complejidad es más de la que puede sospechar el necio occidental, ese que se apresura a identificar hinduísmo y budismo con la "no-violencia".
 
El hinduísmo fue el suelo sobre el que surgieron tanto el budismo como el jainismo. Pero en el hinduísmo la "Ahimsa" no puede entenderse como un concepto permanente en el tiempo ni tampoco generalizado socialmente, dado que la doctrina de las "varnas" (las castas) establece con claridad meridiana que la sociedad hindú se halla estratificada en cuatro órdenes sociales con obligaciones y derechos muy distintos: los brahmanes, los ksatryas (guerreros), los vaisyas (mercaderes) y los siervos (sudras). Atendiendo a la segunda de las castas hindúes vemos que esta religión antiquísima admite la función militar como algo necesario para la defensa de la sociedad. A lo largo de su historia, el hinduísmo ha manifestado que, si bien es cierto que existe una tendencia por el "no hacer daño", la violencia es algo necesario. Lo vemos clamorosamente en el "Bhagavad Gita" (perteneciente al Mahabharata, aproximadamente siglo III a. C.) En el "Bhagavad Gita", Krisna (avatar de Visnú) le dice a Arjuna (que duda si combatir a sus parientes):
 
"¿De dónde este decaimiento
te ha invadido en el riesgo,
impropio de un noble, que aleja del cielo,
que no trae gloria, oh Arjuna?
 
No vayas a caer en cobardía, hijo de Prtha.
Es algo que no es propio de ti.
La vil debilidad del corazón
arrojando lejos, yérguete, Destructor de enemigos".
 
Krisna termina convenciendo a Arjuna de la necesidad de entrar en batalla y aniquilar  físicamente a sus adversarios mediante la guerra, en la persuasión de que los muertos que siembre sobre el campo de batalla, bien mirado por encima del mundo de las apariencias, no mueren, puesto que se reencarnarán.

Según el cómputo de las edades que rigen para el hinduísmo, estamos (en nuestros presentes días) en el llamado "Kali Yuga" (la edad oscura) en que abunda la contienda, la ignorancia, la irreligión y el vicio y se vaticina en el hinduísmo que para dar fin al colmo de este exceso del mal vendrá otro avatar de Visnú, Kalki, que destruirá a los demonios para abrir la siguiente edad llamada "Satya Yuga". Es interesante reparar en el asombroso parecido que muestra la iconografía del Kalki hindú con nuestro Santiago Matamoros.
 
Kalki
 
AHIMSA EN EL BUDISMO


El budismo que goza en occidente de tantas simpatías y una proyección considerable no puede tampoco decirse que sea pacifista en bloque. Si bien es cierto que la "Ahimsa" es el primero de los diez preceptos y el primer elemento de la disciplina moral, sería imposible comprender el fenómeno de los samuráis japoneses (budistas) si la "Ahimsa" fuese un precepto practicado en toda su radicalidad. Esto se debe al mismo despliegue del budismo que tan diversos frutos ha dado dependiendo del terreno sobre el que ha florecido, hasta tal punto que no puede decirse que el budismo zen o el budismo tibetano sean lo mismo, por mucho que participen de una base común. La tendencia occidental de considerar el budismo como algo "puro" es un error de enfoque. El budismo tuvo sus propios sincretismos allí donde aterrizó, como ocurrió con el Bön (chamanismo prebudista) tibetano y el shintoísmo japonés.

AHIMSA EN EL JAINISMO
 
Si hinduísmo y budismo son bastante desconocidos en occidente (ver una fotografía del Dalai Lama no es comprender el budismo tibetano, p. ej.), mucho más se ignora el jainismo, cuyo fundador Mahavira (llamado Jina, el Conquistador) fue contemporáneo de Buda. Los jainas están divididos desde el año 79 d. C. en "svetambaras" (tradición más relajada) y los "dighambaras" ´(los más estrictos) que practican el nudismo. Los jainas tienen, a modo de mandamientos, los Grandes Votos (mahavratas) para los religiosos y los Pequeños Votos (anuvratas) para los laicos y aquí la "Ahimsa" se estipula para ambos.
 
Gandhi encontró en su propia tradición la inspiración para su "Ahimsa", elemento fundamental del "pacifismo" religioso de Extremo Oriente, pero -como podemos ver- se trata de una de las muchas vías que se proponen en el abigarrado y complejo mundo donde tienen arraigo aquellas religiones. Y, lejos de ser una actitud ampliamente generalizada, el pacifismo religioso es una vía muy particular, abrazada por algunos singulares personajes, no por la sociedad en su conjunto; lo que nunca se les ha ocurrido a los hindúes y budistas es practicar a rajatabla el "pacifisimo religioso", pues ello, ante la amenaza de un enemigo violento, significaría el exterminio de sus feligresías.
 
CONCLUSIÓN
 
El pacifismo puede dividirse, a nuestro juicio, en dos grandes clases:
 
-El Pacifismo religioso que nos merece todo el respeto en sus grandes figuras, algunas veces heroicas, pero que es un fenómeno bastante extraño incluso en las religiones que son consideradas como sustancialmente "pacifistas".
 
-El Pacifismo rebañego que no es más que la occidentalización del pacifismo religioso, desustanciado y convertido en ideología que sirve a intereses políticos, sobre todo para dominar y debilitar a las masas. Y que no nos merece ningún respeto, como no nos lo merece cualquier cosa que ha dado esa perversión de la Cristiandad que se llama "occidente".
 
 
 
Samurái japonés: el budismo guerrero por antonomasia
 

viernes, 4 de septiembre de 2015

SÍ A LA TAUROMAQUIA

Por Antonio Moreno Ruiz Historiador y escritor

Un servidor de ustedes nació en el Año de Nuestro Señor de 1981. Como buena parte de mi generación, nunca fui aficionado a la tauromaquia. De chico me llamaba la atención y recuerdo que cuando paseaba con mi madre por el centro de Sevilla, me quedaba mirando los toritos de juguete que coronaban múltiples escaparates. Hacían auténticas virguerías artesanas por aquella época. Creo que sigue existiendo, pero ya más como “souvenir” para turistas que como otra cosa.
A mis abuelos les gustaba mucho la tauromaquia; pero a mis padres y tíos, si bien no les disgustaba, ya no tenían tanta afición. Y eso se notó mucho en cómo muchos coetáneos enfocamos el tema. Yo por ejemplo, de los toritos y los toreros de juguete pasé a tener una época de rechazo, hasta una posterior comprensión mas llena de indiferencia. Nunca he visto una corrida de toros en directo. A lo más que he llegado es a alguna capea en El Ronquillo (1), donde no me atreví a ponerme delante de la vaquilla no fuera que me motejaran de torero cigüeño, como antiguamente dizque llamaban a los toreros altos. Y aparte, porque tenía más miedo que un moroso delante del cobrador del frac. Recuerdo que en mi pueblo cuentan que a un bisabuelo mío, que era hombre de medir 1,90 y pesar ciento y pico de kilos, una vaquilla lo levantó como si fuera un papelillo; y eso siempre lo he tenido muy presente. Y bueno, alguna vez he visto los toros en la tele, sobre todo cuando había rejoneo, pero no aguanté mucho tiempo. La curiosidad se me iba pronto. En cambio, hace años eso cambió un poco, gracias al programa “Toros para todos” de Canal Sur, presentado por Enrique Romero. El por qué ese programa me iba enganchando cada fin de semana a la hora de comer era que, más allá de las corridas de toros sensu stricto, hablaba de la tauromaquia por dentro: Hacían reportajes de las dehesas, de los ganaderos, de los veterinarios, de cómo se entrenaban los toreros; entrevistaban a gente del mundo de la fiesta, a turistas extranjeros… Todo, bajo el paisaje inigualable de nuestra Piel de Toro siempre candente. Aquello era el mundo de la tauromaquia por dentro. Y gustaba mucho a propios y extraños.
Decía el gran polígrafo ruso Alexander Solzhenitsyn QEPD que los grandes males de nuestro tiempo son la precipitación y la superficialidad. Y siempre que se habla de la tauromaquia, estos dos rasgos salen a relucir con estrépito, tanto por unos como por otros.
Sería para nada intentar escudriñar en los orígenes de la tauromaquia. Para eso enhorabuena está la monumental enciclopedia de Cossío. Pero no está de más recordar que la tauromaquia es uno de los factores que nos conectan con nuestro más remoto pasado. No estoy diciendo que hubiera un Curro Romero tartéssico, pero lo cierto es que los griegos ya señalaban cómo los pueblos ibéricos tenían una cultura trascendental en torno al toro, similar a la que también existía por la Hélade, sobre todo en Creta. El toro, el caballo o el león eran símbolos divinos para los antiguos iberos; como en la mitología griega también está presente la figura del Minotauro. Asimismo, el sacrificio táurico estaba presente en la religión mithraica, que desde tierras persas se extendió por los legionarios a muchas partes del imperio romano y “convivió” con el cristianismo. Tanto el culto mithraico como la tauromaquia llamaron la atención de Roy Campbell, poeta inglés, traductor de San Juan de la Cruz a la lengua de Shakespeare, y gran amigo de España y sus tradiciones; a tal punto que más de una vez se atrevió a torear. Roy Campbell, al igual que Tolkien, era católico, inglés e hispanófilo; y creían, con San Agustín de Hipona, que la salvación había sido anunciada a los paganos aun de distintas maneras. Como bien dice el bibliófilo Joseph Pearce (también inglés y católico), tanto Campbell como Tolkien gustaban del paganismo que podía acercar a Cristo, no del “nuevo” y reinventado que aleja de Él. Por tanto, quien quiera ver en la tauromaquia una suerte de resquicio pagano, suponemos que también lo verá en el latín o el griego…


Biografía de Roy Campbell realizada por Joseph Pearce, donde detalla, entre otras muchas cosas, su afición torera. Imagen de www.casadellibro.com


Con todo, Adolf Schulten -arqueólogo germánico enamorado de Tartessos- decía que en España pervive extraordinariamente lo arcaico. Desde luego, la tauromaquia es una de las muchas pruebas, uno de tantos hechos que pasó de época remota a filtrarse y civilizarse en época cristiana. La brillante escritora gallega Emilia Pardo Bazán atribuía un origen árabe a la lidia. Y nada más lejos de la realidad. Empero, ella no tenía la culpa: Durante buena parte de los siglos XIX y XX se extendió la idea de que buena parte de la cultura española se debía a los árabes. Fue al revés: Tanto árabes como bereberes, así como hispanos conversos al islam, copiaron mucho de la cultura que ya estaba más que consolidada en época hispano-visigótica. No sabemos de hecho que haya lidia por la Península Arábiga y alrededores…

Empero, siempre la tauromaquia en España ha pasado por sus más y sus menos. Curiosamente, sus menos vienen por la enemistad que parte de la aristocracia ha tenido, incluso por parte de reyes, y también por clérigos. Hasta hace muy poco no estaba bien visto que los curas fueran a los toros, por ejemplo. Isabel la Católica asistió una vez a una corrida de toros y salió horrorizada. Felipe II, si bien no era partidario de la prohibición, tampoco gustaba del tema y llegó a prohibir alguna corrida como homenaje a su real persona. Sin embargo con los Austrias no se dio una ruptura entre élite y pueblo (2) tan acusada como ya se dio en época borbónica: Felipe V llegó a prohibir a los nobles de su círculo el que laboraran estos espectáculos; y es aquí, en el siglo XVIII, cuando va a empezar el toreo a pie precisamente por eso: Mientras que en Portugal no hubo tal prohibición, al otro lado del Guadiana sí; por ello en Portugal se conserva un toreo muy original y antiguo, siempre relacionado con los forcados (recortadores) y el rejoneo, esto es, el toreo a caballo que todavía mantienen los fidalgos; y salvo en algún que otro pueblo fronterizo, no se mata al toro; mientras que en España se fue desarrollando el toreo a pie de una forma popular, habida cuenta del alejamiento de parte del estamento nobiliario. En la época de Carlos III, sólo se permitían las corridas benéficas; por lo cual muchos ideaban cualquier propósito para que hubiera corridas. Sin embargo Su Majestad Fidelísima Miguel I de Portugal era un hábil rejoneador.
Y vamos más allá: Indagando en las relaciones de la Iglesia Católica y la tauromaquia, tenemos que “Pío V excomulgó a los taurinos. La excomunión fue suprimida por Gregorio XIII. Pero Sixto V, dirigiéndose al obispo de Salamanca, la había restablecido. El claustro salmantino se niega a obedecer y es el gran Fray Luis de León quien redacta la protesta. Hasta que por fin Clemente VIII reconoce que las corridas son una escuela de valor, que pertenecen al patrimonio de España y levanta la excomunión. Entonces comenzó, para continuar hasta nuestros días, la comunión de Iglesia y Tauromaquia”. (3)

Por tanto, concluimos que si bien la tauromaquia ha pasado por desavenencias venidas “desde arriba” (y muchas veces desde Roma se ha tenido especial inquina contra las costumbres españolas, que todo hay que decirlo), ha sido gracias a la constancia popular que se ha conservado con más o menos evoluciones. No hay nada de “imposición”: Al contrario, “desde arriba”, se ha intentado por numerosos medios imponer su prohibición, con escaso éxito, como vemos.

Y hablando de imposiciones, tampoco estamos ante una “imposición andaluza”. De hecho, Cataluña siempre ha sido uno de los puntales taurinos de España, en contraposición a otras regiones donde las corridas de toros han tenido poca relevancia, o nula, como en Canarias (donde las peleas de gallos están a la orden del día, por cierto). Pero Cataluña, Vascongadas, Navarra, Valencia y buena parte de Castilla son puntales taurinos de primera, al igual que Andalucía, naturalmente; y al igual que siempre ha habido focos taurinos en Asturias y Galicia. Y ya que hablamos del salto evolutivo de la tauromaquia española en el siglo XVIII, se lo da la fusión del estilo vasco y el estilo andaluz; el vasco, más apegado a los recortes y a esquivar; el andaluz, más apegado al uso de capas y requiebros artísticos. Esta fusión vasco-andaluza, esta armonía de norte y sur de España parece que, aun ignorando el subliminal y clave hecho, hay quien lo intuye y se pone muy nervioso. Y al final el problema es el que decía Solzhenitsyn(4), el mismo que tan vilipendiado fue por ciertos –supuestos- intelectuales y que pidió, al llegar a España, amén de comer cochinillo en Segovia, ver una corrida de toros: Precipitación y superficialidad. Y es que en torno a tonos maniqueos, hay quien pretende que el hecho de que te gusten los toros sea de “derecha”, o incluso los hay al revés, que dicen que el gusto por la tauromaquia es un invento liberal o de izquierda… Y ni una cosa ni otra. Si bien es cierto que a lo largo de la historia de España encontraremos personajes que en absoluto gustaron de los toros, también encontraremos otros tantos que sí, y tanto en un sitio como en el otro, no podremos establecer un “referente político”. Había algún carlista que abominaba de los toros y sin embargo en el famoso acto del Quintillo (5) se hizo una capea, y al igual que hubo toreros carlistas. Y también falangistas, como El Algabeño; o el escritor y diplomático Agustín de Foxá. Y también hubo en el Frente Popular la conocida “brigada de los toreros”(6), más rojos que el diablo en salsa. Ha habido escritores muy poco dados a la tauromaquia, tales como Miguel de Unamuno o Vicente Blasco Ibáñez; pero no era ese el caso de Valle-Inclán, quien se hizo amigo del torero Belmonte. Y Valle-Inclán es, probablemente, una de las personas más imposibles en cuanto a “clasificaciones ideológicas”, aunque parte de su vida dizque fue carlista. A día de hoy multitud de izquierdistas se dicen antitaurinos y parecen ignorar que Ernest Hemingway, Andrés Calamaro, Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat se caracterizan por su afición a los toros. El poeta Federico García Lorca, que no encaja en ningún espectro político actual (7), decía que la tauromaquia era una fiesta culta. A Lorca lo fusilaron junto a un banderillero anarquista. ¿Y en qué espectro ideológico encajaría por ventura el muy taurino y cineasta Orson Wells? Y así, tantos otros ejemplos hallaremos. Igual que hallaremos gente de derecha y de izquierda que gusten del fútbol y al contrario (8). Los esquemas cerriles-ideológicos no sirven para nada, y todavía menos para explicar fenómenos tan poliédricos como transversales. Como es la vida misma, vaya.


El escritor Ramón del Valle-Inclán y el torero Juan Belmonte. Imagen de larazonincorporea.blogspot.com



En cambio, hay un hecho objetivo en estos días: La ofensiva animalista/antitaurina, lejos de ser espontánea, viene aupada y financiada desde Holanda y Suiza. No por nada el PACMA (partido animalista) tiene su sede en la calle Preciados en Madrid, la calle más cara de España. Las movilizaciones espontáneas de masas no existen: La Toma de la Bastilla no se habría hecho sin el empuje de los Orleáns y las armas prusianas; así como la Revolución Rusa no habría tenido lugar si antes Lenin no se hubiera pasado por Zurich. Y esto ocurre en un año 2015 donde se da una afluencia a las plazas de toros como no se había dado en años… No hay que ver “grandes conspiraciones”; basta con saber que las cosas pasan por algo.


Fotografía gentileza de Francisco Abellán.



Sin embargo, hay que reconocer que la tauromaquia estaba de capa caída, yo creo que hasta cayendo en la inanición. Y yo, que veo las cosas de fuera, he escuchado a notables taurinos culpar muchas veces a los responsables de la fiesta por querer “sólo espectáculo” y beneficio económico. Algunos aducen motivos económicos para no acabar con la tauromaquia, y no saben que eso, aparte de ser un criterio tan marxista como ramplón, nunca será motivo alguno de identidad ni permanencia. Es como los que pretenden afrontar el separatismo “catalán” con que “no van a estar en la Unión Europea” o “van a perder dinero”, omitiendo la sangre, la historia, la cultura y la tradición. La tauromaquia, o se defiende “poéticamente”, o mejor se calla uno. Si se cree que esto es un arte, como tal hay que defenderlo. Y reitero: Lo veo desde fuera. Y si desde fuera me gusta la tauromaquia por dentro; si las plazas, amén de dejar de vender las entradas a precios prohibitivos, hubiera más recortadores, más rejoneos, y más eventos ecuestres, así como de gastronomía y música; esto es: Una representación más completa de la liturgia telúrica que abarca por derecho este fenómeno; tal vez eso reforzaría mucho más el interés y la afición. En Lima por ejemplo así se hace en la Plaza de Acho, donde siempre hay números de marinera (9) y donde se organizan hasta parrilladas colectivas. Todo eso, naturalmente, debería ir unido a unas leyes justas que se cumplan, como en Francia, donde no está permitido reventar corridas de toros con “manifestaciones” insultantes en las mismas plazas. Ahora Morante de La Puebla se ha atrevido a denunciar a Peter Janssen, el holandés agresivo y subvencionado; ya era hora, y se merece todo el apoyo del mundo. Ya está bien. Pero vuelvo a advertir a los taurinos y más a los responsables: No hay que tener miedo de las “reformas” (que no se alejan de la tradición, al contrario), y no todo es dinero. En todo caso, más caro costará si desaparece la tauromaquia; porque, Dios no lo quiera, si la tauromaquia desaparece, no será sólo el coste económico (ciertamente mucho): Será un coste ecológico brutal, pues amén de la desaparición de un animal único, el desierto urbano que amenaza a España se extenderá irremediablemente, amenazando el ecosistema de la dehesa (y todos los animales que de él dependen); ecosistema que sólo sabe vivir y trabajar una minoría de hombres ligados íntimamente a la tierra. Eso por no hablar del deterioro que asimismo sufriría el mundo del caballo, tan íntimamente ligado a estas tradiciones, como lo está desde los tiempos de los iberos.

Creo, en mi humilde opinión, que ha llegado la hora de dar a conocer la bella complejidad de este fenómeno. Empero, la agresividad animalista se veía venir, y viene empujada desde fuera. Pronto, probablemente nos arriesgaremos a ser insultados públicamente si se nos antoja un filete. Quién sabe si los que tienen mascotas serán considerados carceleros… Y es que no entendemos que los que someten a los animales a horarios y espacios humanos, luego se escandalicen de la tauromaquia. O cómo satanizan la tauromaquia los que ponen fotos de pesca y sardinadas en la playa: ¿Satanizarán la tradición de la almadraba? ¿Dirán que es un espectáculo donde se asfixia y se sangra a un animal para encima exhibirlo luego? ¿Pretenderán prohibir la matanza del cerdo, actividad colectiva en muchos pueblos serranos, donde los cochinos son descuartizados muchas veces en corrales o casas particulares? O más aún: ¿Pretenderán condenar insecticidas y matamoscas? ¿Abolirán las ratoneras? ¿Y qué decir de los mataderos, o de las granjas donde se hacinan las gallinas? ¿Querrán prohibir la cacería? ¿Y las plantas?¿No están arrancando los veganos de sus lugares a seres vivos? ¿No es cierto que en muchos sitios hay gente que cuida las plantas, amén de con agua, con parla y canciones y que así crecen mejor?
Y ahora díganme: ¿Es que alguna de estas actividades es comparable al toro bravo en particular y a la tauromaquia en general para que sea satanizada mediática y políticamente de esta manera? ¿Hay alguien que mire y trabaje más por la naturaleza que el mundo del toro? ¿No vemos que aquí no hay siquiera “doble vara de medir”, sino que todo este rollo antitaurino no es más que trampa, mentira, ignorancia y odio?
Tampoco entendemos ciertos memes y fotos, pues, por ejemplo, ¿se imaginan que pusiéramos una foto de un accidente mortal de Fórmula 1 con la leyenda “NO LE DUELE, ES DEPORTE”? ¿Se nos acusaría de demagogos como mínimo, verdad?
Reitero: Esto del animalismo es mentira. Es pura pose y sistema ideológico facilón, contradictorio e histérico. Conozco desde hace años sus “argumentos” y no hay más cera de la que arde. Sin subvenciones suizas u holandesas y sin pasividad/permisividad de los corruptos políticos locales, no serían nada. Por ello, no tengamos miedo. La tauromaquia va más allá de las plazas. Hay muchas actividades relacionadas, como encierros (y no sólo los Sanfermines) y toros de cuerda; que asimismo, hay que apartar del turismo masivo-grotesco. Creo que todavía se puede fomentar un turismo sano y rural alrededor de este gran fenómeno artístico-cultural. Eso puede ayudar a alimentar el lógico interés. Sería un paso. Los españoles no conocemos bien nuestro país y por eso hemos sucumbido a la artificialidad divisoria de los intereses politiqueros y de sistemas educativos nefastos. La tauromaquia nos une con nuestra geografía y nuestro pasado. Muchos pintores y literatos le dedicaron tiempo y corazón. Nuestro campo le debe mucho. El toro bravo lo merece: No hay animal que viva mejor ni que ocupe mayor desvelo y dedicación. Podrá ser que haya gente que no guste del gazpacho, el cocido, las croquetas, el pescado frito, la butifarra o de la tortilla de papas, ¿pero negarán que son símbolos de nuestra gastronomía? ¿Negaremos que el flamenco, la gaita, la jota, la boina o el cachirulo también forman parte de nuestro acervo y nuestra imagen; así como el románico, el gótico, el mudéjar o el barroco? ¿Por qué tantos problemas y postureos? ¿Nos gustan los tipismos extranjeros pero nos acomplejamos con los nuestros? No es cuestión de gustos: Son realidades que respiran tradición y cultura; y la tauromaquia, guste más o guste menos, es un símbolo atávico de España, que nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia. Es la expansión del hombre ibérico: Desde el sur de Francia (que fue catalán) hasta la América del Sur; incluso en su día, también por Marruecos y Mozambique. ¡Pero no se conoce! Y muchos taurinos tampoco ayudan a que se conozca. De hecho si se conociera, las mentiras animalistas no tendrían cabida por más dineros de Ámsterdam que vengan.
El mundo taurino debe unirse, dejarse de rencillas y exclusivismos, y atraer a los aficionados a la naturaleza, la historia y el arte. Yo os lo digo desde fuera, pero visto lo visto, quisiera decíroslo desde dentro. Los dizque antitaurinos han tenido la enorme habilidad de que me acabe gustando esto, mirad por dónde. No hay mal que por bien no venga y ofrezco mi puño y letra, ya en prosa, ya en poesía, para defender la fiesta brava. Yo digo que sí a la tauromaquia, con todo lo que ello comporta, y estoy seguro de que no seré el único.
He dicho.
Pablo Hermoso de Mendoza. Imagen de mexicalisport.com

NOTAS:
(1) Pueblo de la Sierra Norte de Sevilla.
(2) Hace tiempo tuve oportunidad de escribir más concretamente sobre el tema: "Divorcio entre élite y pueblo en España". 26.4 - Revista La razón histórica
(4) La actitud de muchos dizque intelectuales españoles para con Solzhenitsyn cuando el genio ruso arribó a España con toda la ilusión del mundo fueron vomitivas. Recuérdese: ANTONIO MORENO RUIZ: DE BENET Y SOLZHENITSYN.
(5) Requetés lidiando una becerra:
Para mayor información, véase:Quintillo - Carlismo Andaluz
(6) Sobre la brigada de los toreros en el Frente Popular:
(8) Por más que quieran manipular, Federico García Lorca jamás fue un militante comunista, ni fue un gran entusiasta de la política en sí. Fue simpatizante republicano, sí, pero lo suyo era otra cosa. Tanto su familia como la familia de otros escritores como Ramón del Valle-Inclán o Miguel Hernández han reaccionado alguna vez contra aquellos burdos manipuladores que, encima, demuestran no haber leído ni una línea de estos próceres de las letras hispánicas.
(9) Algunos vídeos sobre la limeña Plaza de Acho:


miércoles, 2 de septiembre de 2015

LÁZARO DE TORMES O LA ESPAÑA DE LOS ANTIHÉROES



APROCHE A UNA LECTURA DE "EL LAZARILLO"


Manuel Fernández Espinosa



Es un antihéroe de los muchos que ha dado nuestra literatura, un personaje de ficción literaria que podría haber existido en la realidad. Suscita sentimientos contrapuestos: por una parte no se le puede dejar de tener cierta simpatía, pero por la otra hay en él un fondo de cinismo que nos lo hace despreciable. Es el arquetipo literario de nuestra picaresca, pero si hubiera de aplicársele algún adjetivo el que más le cuadrara sería el de "desastrado" que, etimológicamente, procede de la astrología judiciaria y que viene a ser aquel cuyo hado está desprovisto de buena estrella. Se trata de Lázaro de Tormes. A partir de ahora, en este artículo, cuando nos referiramos a la novela, para comodidad no emplearemos el título completo de la obra: "La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades", sino que escribiremos "El Lazarillo" (entrecomillado).
 
Nuestro presente interés por "El Lazarillo" y por Lazarillo no se motiva por cuestiones de crítica literaria, ni siquiera por todo lo mucho que nos puede mostrar de las miserias de una edad histórica. Sin duda, el Lazarillo constituye un clásico que no ha perdido su encanto a través del tiempo; contiene todos los ingredientes que podrían interesar tanto al historiador como al folklorista y, siendo un clásico, goza de sobrada popularidad como para que cualquiera crea saber, aunque no lo haya leído nunca, quién es Lázaro de Tormes. Durante muchos años ha sido una lectura escolar obligatoria y hay hasta versiones adaptadas para niños. "El Lazarillo", como arquetipo de la novela picaresca nacional, nos parece algo más  una novela, instaura un mito o por mejor decir: un "antimito".

FUNCIONALIDADES DEL MITO Y DEL ANTIMITO

El mitólogo estadounidense Joseph Campbell (1904-1987) dejó fijadas en su obra "The Masks of God: Creative Mythology" las cuatro funciones que cumplía un mito: 1) Metafísica. 2) Cosmológica. 3) Sociológica y 4) Psicológica. La forma de todo relato mítico -pensaba Campbell- tiene una estructura que hace recorrer al "héroe" una serie de etapas que, desde la vocación a la aventura, atraviesan las vicisitudes por las que pasa el aventurero (ayudado sobrenaturalmente), la consecución de la meta y el retorno.

En "El Lazarillo" podríamos hallar elementos relativos a las cuatro funciones apuntadas por Campbell: metafísicos, cosmológicos, sociológicos y psicológicos. Su fuerte parece estar en las funcionalidades sociológica y psicológica, por ser las más evidentes, pero no deja de mostrar elementos que -mucho menos visibles para el profano- conciernen a la función metafísica y a la cosmológica. Pero, no se nos olvide, al ser -como postulo- un anti-mito "El Lazarillo" muestra todas sus cuatro funciones invertidas. Y esto será, como trataré de hacer patente, nefasto para la auto-percepción de la conciencia nacional española y, como no podría ser menos, repercute asimismo sobre la imagen que de sí tiene el español que se deja penetrar de esta concepción invertida del ser, del mundo, de la sociedad y de sí mismo, anulando el "deber-ser" en aras de un cómodo y resignado: "así son las cosas".

De todo lo dicho hasta ahora, creo que urge dar razones de lo menos evidente en "El Lazarillo": su función cosmológica y metafísica.


FUNCIÓN COSMOLÓGICA EN EL LAZARILLO


Empecemos por la función cosmológica: ¿qué nos dice del mundo "El Lazarillo"? En nuestro anti-mito nacional se percibe a primera vista las creencias vigentes deudoras de la popularización de los dogmas cristianos: Dios ha creado el mundo, p. ej. pero... ¿cómo se explica, entonces, la miseria que sufren los pobres? Es aquí cuando se recurre a una explicación mágica (digámoslo así), mágica más que religiosa. Cuando el escudero del "Tractado Tercero" quiere disculparse ante Lázaro de Tormes por el hambre y las privaciones por las que atraviesan amo y criado, el escudero dice: "..te digo que después que en esta casa entré, nunca bien me ha ido. Debe ser de mal suelo, que hay casas desdichadas y de mal pie, que a los que viven en ellas pegan la desdicha." Por segunda vez se refiere el escudero a las misteriosas influencias nefastas de la casa en que viven: "Malo está de ver, que la desdicha desta vivienda lo hace. Como ves, es lóbrega, triste, obscura". Según esta explicación, habría que presumir por lo tanto que en el mundo existirían fuerzas incontroladas que afectan a la "dicha" de las personas, sin que estas sean capaces de pertrecharse ni defenderse de ellas. Pero si ésta es explicación que ofrece un personaje secundario, Lázaro no queda al margen de estas supersticiones; puede verse ello en las veces que alude a su mala fortuna, a su falta de estrella, "desastrado" se llama a sí mismo (más arriba lo hemos dicho): "Mas ¿qué me aprovecha, si está constituido en mi triste fortuna que ningún gozo me venga sin zozobra?". En un mundo de carestías y hambre, cuando todo depende de nutrirse, pareciera que el Creador se hubiera desentendido de su creación, por lo que todos los reveses caben ser atribuidos a una fuerza ajena al esfuerzo y los méritos de cada cual: la inconstante, impredecible y tenebrosa Fortuna. 


FUNCIÓN METAFÍSICA EN EL LAZARILLO


La otra función del mito, según Campbell, era la metafísica, poco visible en "El Lazarillo" pero no por ello menos existente en estado de latencia. Según Campbell, para acceder a los misterios de la vida no bastan las palabras ni las imágenes, sino que su acceso hay que hacerlo a través de la participación en rituales míticos o contemplando símbolos míticos que remiten a un más allá. En "El Lazarillo" esto hay que irlo a buscar en los mismos orígenes de su incorporación al mundo. Pero más que los orígenes miserables de su nacimiento, que él nos recuerda: "estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí. De manera que con verdad me puedo decir nascido en el río", o en la vileza de sus progenitores (un molinero culpado de hurtar a su clientela y una madre que, viuda, termina amancebándose con un negro), la incorporación de Lázaro al mundo viene de la mano del primer amo al que sirve: el ciego. Es con el ciego con el que Lázaro de Tormes accede al mundo y va "abriendo el ojo", es el ciego su mentor, hasta tal punto que, a pesar de todas sus desavenencias y travesuras, lo recordará con el tiempo como algo más que un amo al que sirvió: "Y fue ansí, que, después de Dios, éste me dio la vida y, siendo ciego, me alumbró y adestró en la carrera de vivir". El ciego es su maestro iniciático, el que le enseña lo que es el mundo.

Lo primero que su maestro hace con Lázaro, nada más salir de Salamanca, es darle la primera lección práctica, su iniciación: llegados al toro de piedra del puente salmantino, el ciego le persuade a que arrime la oreja al verraco, diciéndole: "-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro dél". Y cuando Lázaro, dócil, ingenuo y tal vez curioso, hace lo que le manda el ciego, éste le estrella la cabeza contra la piedra: "que más de tres días me duró el dolor de la cornada". El ciego, para refrendar su magisterio, le dice: "Necio, aprende, que el mozo de ciego un punto ha de saber más que el diablo". Las peripecias que cuenta Lázaro en compañía del ciego vienen a ser todo un ciclo de aprendizaje de Lázaro, un aprendizaje que no se realiza a través de palabras, sino en un tira y afloja para burlar al amo que es poco espléndido en compartir con Lázaro las vituallas.

En lo metafísico tampoco puede dejar de referirse la peculiar religiosidad que muestra Lázaro. Lázaro reza y ruega a un Dios que le auxilie en sus vicisitudes. Cuando asienta con el clérigo de Maqueda, otro que a un tris está de matarlo de hambre, Lázaro entiende que en los mortuorios es cuando puede hincar el diente y "Dios me perdone, que jamás fui enemigo de la naturaleza humana sino entonces. Y esto era porque comíamos bien y me hartaban. Deseaba y aun rogaba a Dios que cada día matase el suyo, y cuando dábamos sacramento a los enfermos, especialmente la Extremaunción, como manda el clérigo rezar a los que están allí, yo cierto no era el postrero de la oración, y con todo mi corazón y buena voluntad rogaba al Señor, no que le echase a la parte que más servido fuese, como se suele decir, mas que le llevase de aqueste mundo". Lázaro pide a Dios la muerte de otros, para poder mantenerse él gracias al banquete fúnebre (en aquel entonces en España era costumbre). Lázaro no aspira a místicas, su Dios es el que le escucha y le saca de los atolladeros, por eso atribuye a Dios todas las invenciones que tiene para poder sisar del arca de su dueño cicatero, el clérigo.

En este capítulo también podríamos hablar del anticlericalismo que aflora en "El Lazarillo"; no hay que olvidar que su autor forma parte del erasmismo español, alineándose en la línea de Cristóbal Villalón, por ejemplo, que en su obra "El Crótalon" tampoco sofoca sus ardores anticlericales. El clero es presentado como avariento y poco ejemplar en virtudes: si el clérigo de Maqueda cela por su arca, descuidándose del bienestar de su sirviente, el fraile de la Merced que encontrará Lázaro en Toledo es presentado como "gran enemigo del coro" (esto es, poco contemplativo), hombre mundano, amigo de visitar casas para golosinear y ser mantenido y hasta se insinúan tratos carnales con las mismas vecinas de Lázaro que son las que se lo encomiendan al fraile, aunque el colmo de la falsedad religiosa lo constituye el bulero bajo el que Lázaro servirá y que nos muestra todo el cinismo de aquellos que toman el nombre de Dios en vano y que, para vender sus bulas a una feligresía reacia a comprarlas en un pueblo de La Sagra, realiza un montaje en connivencia con el alguacil. Lazarillo nos desvela los artificios de que se sirven aquellos que viven de la religión, a costa de la credulidad de las gentes, sin que parezca que a sus principales representantes les importe un bledo la religión. Por último, tenemos la figura del arcipreste de San Salvador que le amaña el casorio a Lázaro, para asentar a su barragana con el conformista Lázaro que aquí muestra haberse convertido en un cínico rematado que, aunque sospechando de su cornudez, no tiene empacho en consentirla. La obra rezuma un anticlericalismo, tal vez menos virulento que el de Villalón en "El Crótalon", pero no por ello menos contundente.


FUNCIONES SOCIOLÓGICA Y PSICOLÓGICA EN EL LAZARILLO


El mensaje que se transmite, en lo que atañe a la función sociológica de "El Lazarillo", es el de la resignación a un orden social en el que apenas puede medrar un hombre si no es a costa de su dignidad. Lázaro pasa todas las peripecias del hambre con sus sucesivos amos, se las industria para sobrevivir y termina contento consigo mismo, en lo que él considera su cumbre personal y social, cuando es nombrado pregonero. Y aquí es menester tener en cuenta que este oficio, aunque no estaba mal pagado, era contemplado como uno de los más viles de la época. Nos hemos preguntado la razón por la que este oficio era tan denigrado, sabemos que incluso había cofradías en las que se impedía la entrada a los pregoneros. Y hemos encontrado una posible explicación por vía indirecta. En sus relatos, Juan de Villagutierre Sotomayor (Abogado de los Reales Consejos y Relator del Consejo de Indias a finales del XVII y principios del XVIII), cuenta sobre los indígenas mejicanos que:  "Cuando habían de ir a caza echaban bandos y lo pregonaban días continuos, y pasados salían a la caza, y el pregonero era la segunda persona de más autoridad de el pueblo después del Mandón, y no era, ni es tenido por oficio vil entre ellos, porque no pregona como hombre común que dice razón ajena, sino como  persona que manda, trae a la memoria o advierte aquellas cosas que está obligada hacer, o a guardar la república" (citado en "Exploradores y conquistadores de Indias: relatos geográficos" de D. Juan Dantin Cereceda). Parece que, como dice Villagutierre, el pregonero era "hombre común que decía razón ajena", por eso resultaba uno de los oficios más vilipendiados en una España austera, pues eso de "decir razón ajena" era considerado infamante. De haber seguido vigente esta consideración, la publicidad (hoy rama de la técnica dominante) no hubiera granjeado muchos éxitos.

En lo psicológico, Lázaro se muestra satisfecho con su suerte, desde que entró como aguador (otro oficio vil) bajo un capellán empezó su suerte a enderezarse, hasta verse encumbrado a pregonero: "consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando salieron a buen puerto": esto, dicho al principio de la novela, no adquiere su sentido real hasta terminada la novela, cuando se ve que el "buen puerto" era haber acabado como pregonero y cornudo consentido, tapadera de un arcipreste abarraganado.


EL EFECTO DE EL LAZARILLO EN LA CONCIENCIA ESPAÑOLA


A menudo se enfatiza la picaresca española, incluso fenómenos que poco tienen que ver con ella se achacan a esa especie de condición asumida por una gran parte de españoles, con la cual parece excusarse toda corrupción política o de cualquier otro orden. Se ha formado acríticamente toda una conciencia nacional sobre la base de que los españoles estamos determinados a ser pícaros, a ser corruptos. Esa idea se resumiría en eso que por ahí se oye tantas veces: "Somos el país del Lazarillo, del Buscón... Un país de pícaros". Y las cosas no son así de simples, además de que aceptando esto nos condenamos a perpetuar las lacras que sufrimos sin permitirnos ni la rebeldía contra ellas.

En otros países europeos también podemos encontrar el género de la picaresca: Tom Jones (de Fielding) o Moll Flanders (de Defoe) en la literatura inglesa; Till Eulenspiegel en la literatura alemana; o, por último, en la Francia del siglo XX, tenemos el "Viaje al final de la noche" de Louis Ferdinand Céline, obra de la que escribió nuestro Eugenio d'Ors: "Considero como el más reciente producto de la Picaresca, en sus notas más clásicas, la novela "Voyage au bout de la nuit", del escritor Céline".

Más que la exaltación de la corrupción, el hurto y la supervivencia de los pobres, en "El Lazarillo" hallamos un mensaje de profundo pesimismo. Que podría resumirse en estas líneas de abajo:

El mundo ha sido creado por Dios, pero Dios permanece lejano, diríase que ajeno a su creación, por lo que se han adueñado del mundo unas misteriosas fuerzas, como la Fortuna, contra las cuales puede lucharse, pero dejando en el camino cualquier escrúpulo moral, pues el estómago vacío no entiende de metafísicas ni morales. La misma religión es un artificio de sus representantes que, en vez de ser coherentes con lo que predican, viven de ella y no están dispuestos a compartir, siendo sus beneficiarios lucrativos. A fuerza de empujones y cesiones se puede llegar a disfrutar al menos de lo imprescindible para vivir y en ello consiste todo, por lo que alcanzándolo cualquiera puede darse por satisfecho y compararse con el más noble.

Lázaro se considera un discípulo aprovechado de su maestro el ciego, al que a lo largo de toda la novela recuerda y agradece sus enseñanzas prácticas.

"El Lazarillo" no es ni mucho menos una apología de la corrupción, pero sí que da carta de naturaleza a la conformidad material, pues este conformismo está puesto por encima de cualquier otro valor. Es ahí donde reside el nefasto efecto que "El Lazarillo" ejerce sobre la conciencia nacional. Se trata de un efecto paralizador, pues uno puede echarse a descansar mientras tenga lo necesario. El Lazarillo de Tormes no es un político (le trae sin cuidado la cosa pública) y los clérigos codiciosos, avarientos, crapulosos, los buleros mendaces no son hoy el clero, sino que mejor estarían representados en ese aparato de políticos democráticos que sufrimos hoy, con sus burócratas agradecidos, pero el Lazarillo no es el político que hogaño, instalado en una red clientelar del signo político que se quiera (es lo de menos), perpetra sus latrocinios: el Lazarillo es el ciudadano que se jacta de vivir en democracia y haber llegado a tener éxito por tener un empleo, es el conformista que no moverá un dedo por cambiar las cosas que él se piensa que no le afectan y sí que le afectan. 

Y es que el punto débil de todo español contrariado siempre ha sido aquello de: "Ande yo caliente y ríase la gente". En la España que conquistaba mundos en el espacio (he ahí la empresa americana de conquista, población y evangelización de América), en la España que conquistaba secretamente mundos espirituales (nuestros místicos), convivía Lázaro González Pérez, el de Tejares, más afamado por su nombre Lázaro de Tormes: de mozo de ciego pasó por muchos amos, en todos no halló nada más que avaricia y hambre, honra que no daba de comer y cuernos, pero se pensó haber logrado el "buen puerto", el éxito en la vida: vivir, aunque fuese sin dignidad.

Ese, ese es el efecto más nocivo de "El Lazarillo", hoy triunfante en España. No "triunfan" hoy los Lázaros por darse al latrocinio, pues el Lázaro no es un político (vuelvo a repetir), sino que "triunfan" los Lázaros por ser millones los españoles que se dan por contentos, comiendo su pan de cada día y viendo el fútbol, mientras los "arciprestes" de la política les ponen los cuernos.