RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

viernes, 22 de enero de 2016

RELEYENDO A MENÉNDEZ PIDAL

Imagen de www.rae.es
Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor
Releyendo a Ramón Menéndez Pidal (Los españoles en la literatura y Los españoles en la historia), apunto conclusiones muy interesantes:
-Es clave entender el "buen proceso selectivo" que se dio desde los Reyes Católicos a Felipe II; aunque ya con Felipe II esa "selectividad" se fue perdiendo. Nuestras épocas de decadencia se anuncian siempre con esa pérdida selectiva, en pro de individualismos y envidias.
-El localismo exacerbado siempre aparece en nuestras épocas de abatimiento. Y apareció copiosamente en la época de los Austrias Menores, siendo que el advenimiento de la dinastía borbónica reforzó un sentimiento mucho más unitario, que duró especialmente todo el siglo XVIII; coincidiendo con nuestra apartamiento de las absurdas guerras europeas en las que nos metió la Casa de Habsburgo, y centrándonos mucho más en América y en Inglaterra como enemigo. No ha sido sino hasta finales del siglo XIX donde ese "localismo" ha aparecido y se ha transformado en lo que tristemente conocemos...
-No obstante, me parece interesante la observación de que si en los países hispanoamericanos donde hay mucha afluencia de inmigrantes españoles se da mucha importancia a los círculos regionales porque los españoles no se sienten extranjeros en esos países... En la época de Menéndez Pidal el separatismo era marginal, esta versión me parece un poco "optimista"; no obstante, sería cuestión de trabajarla, y hasta de darle una vuelta de tuerca.
-Menéndez Pidal me parece mucho más descontaminado de "mitos románticos" y mucho más sobrios me parecen sus análisis históricos, etnoculturales y filológicos que otros autores a los que tengo y debo cariño, como el mismísimo Marcelino Menéndez y Pelayo.
Y es que terminando esta relectura, me llama la atención una observación importantísima de Menéndez Pidal: El castellano no entra por "imposición" en el Medioevo y el Renacimiento, sino al contrario: Forma parte de la tradición bilingüe de buena parte de la Península Ibérica; tradición bilingüe que hasta se dio en el mundo musulmán, con el árabe dialectal andalusí y el romance mozárabe (antes de que muchos de éstos terminaran de ser expulsados por los almohades). En Valencia, normalmente no se cuenta la influencia navarro-aragonesa amén de la mozárabe; superiores a la influencia catalana, por cierto.
En cuanto al mozárabe, Menéndez Pidal también subrayó su importancia en los topónimos y las hablas granadinas. Palabras que nos sonaban a gallego son, sin embargo, mozárabes. El parecido en cuanto al vocabulario y la forma poética de ambas lenguas es asombroso y entrañable. Primero la repoblación de sur a norte y luego la repoblación de norte a sur creó una interacción formidable. Incluso en Portugal se da también el fenómeno bilingüe, pues amén del portugués (herencia de la primitiva lengua galaico-portuguesa), se da el caso del mirandés, que es un dialecto del astur-leonés. Al igual que en Cataluña, desde el siglo XV, se ha dado la interacción entre el catalán y el castellano muy naturalmente. Como en Galicia. A través de los teatros y de las imprentas, por ejemplo. Otrosí, los primitivos dialectos castellanos, astur-leoneses y navarro-aragoneses eran tan parecidos que todavía la filología actual no se aclara del todo. Las glosas de San Millán de la Cogolla, ¿castellanas o navarro-aragonesas? Por eso, si bien lo que hablamos depende mucho de lo que nace en Castilla la Vieja, ¿acaso puede entenderse sin la fuerte influencia vascuence, sin las absorciones navarro-aragonesas y astur-leonesas, y sin el romance mozárabe? Yo creo que con eso y con la expansión hacia Canarias y América, el idioma de Cervantes es más "español" que "castellano", la verdad. De todas formas, siempre se ha llamado indistintamente. No es una cuestión "ideológica" ni de "centralismo". Este fenómeno bilingüe, por cierto, existe en otros países de la "región". En Italia, amén de la expansión del toscano como lingua franca, rara es la región que no tiene dialecto o lengua propia. En Francia, tres cuartos de lo mismo. En Alemania todavía existe una lengua de origen eslavo, el sorabo (hermana del serbocroata). Y etcétera... No somos "más diferentes entre nosotros" que otros muchos países del complicado mundo. Y profundizando nuestro hispano caso, los españoles estamos muy maleducados especialmente a raíz del siglo XIX, cuando el regionalismo se desquició hasta politizarse separatista; y cuando una serie de torpes creyeron que la "solución" era "prohibir". El franquismo fue suave en eso, pues las absurdas prohibiciones fueron levantadas en 1946 y así, Josep Pla y Álvaro Cunqueiro fueron los mejores exponentes de la lengua catalana y gallega, respectivamente. En nuestras épocas de decadencia, el localismo separatista (y la estupidez separadora) arrecia; sin embargo en nuestras épocas pujantes, el sentimiento lógico-unitario aflora muy natural y rápidamente.
Es de Menéndez Pidal (todo un buzo de la sabiduría) la teoría de que en la Spania visigoda, el latín estaba evolucionando a un romance similar en toda la Península, y que fue la invasión mahometana lo que desgajó la evolución en dialectos y lenguas muy parecidas en su origen. Hay que trabajar mucho tanto esa filología como ese periodo histórico para entender muchas cosas en estos tiempos de surrealismo suicida. Gracias a Menéndez Pidal y Sánchez-Albornoz en el pasado; gracias a Daniel Gómez Aragonés en el presente, nos iremos reencontrando, a pesar de que todo se vea más oscuro que el sobaco de un grillo.
Con todo, lo que no concuerdo con Menéndez Pidal es que haya “dos Españas”; porque España es una y diversa al mismo tiempo, también en cuanto a sentimientos políticos. No me acaba de convencer esa “imagen” que creo, cuanto menos, incompleta, y en verdad, dañina. Pero bueno, no deja de resultar algo baladí en cuanto al conjunto de una obra que debe ser leída y apreciada continuamente, y más en estas aciagas horas.

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