RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

martes, 29 de julio de 2014

PENTEO O LOS FRACASOS DEL CONSERVADOR

Eurípides


UN ALEGATO POR LAS HUMANIDADES CON UNA LECTURA DE
"LAS BACANTES"
DE EURÍPIDES

Manuel Fernández Espinosa


Pese a desacuerdos puntuales entre los dos partidos, los sucesivos gobiernos que se han venido alternando en España se han caracterizado por una sistemática hostilidad a las Humanidades, a lo que Dilthey llamaba Geisteswissenschaften (Ciencias del Espíritu). Las Filologías (se entiende que las clásicas y, entre ellas, incluyo las Semíticas) y la Filosofía han sido las más castigadas (a la Historia la dejan estar mientras la manipulen a su gusto). Algo hay en las Ciencias del Espíritu que los solivianta.
 
Se empezó desprestigiando a las "Letras" (el listo para Ciencias Exactas o Naturales... y el tonto para Letras), se siguió trasladando a la opinión general que quien se arriesgaba a estudiar "Letras" era carne del desempleo (y hasta han logrado hacer esto realidad en muchos casos lacerantes). Salta a la vista la intencionalidad que subyace a esta política: implantar el dominio casi absoluto del mundo técnico. Se quiere imponer la visión -casi está vigente- de que las "Letras" no sirven para nada, no valen nada. Y esto lo han hecho de una manera u otra lo mismo gobiernos socialdemócratas que los que se reputan de "derecha".
 
Es lógico que el estudio de las Humanidades los ponga tan nerviosos a todos; las Humanidades introducen el factor de la crítica y la libertad y los enemigos de la libertad, los que nos quieren tan dóciles como lo son sus secuaces, no quieren críticas mientras llevan en su boquilla la libertad como la puta que habla de castidad. La experiencia muestra que quien entra en contacto con los sublimes modelos clásicos (en Filosofía, en Literatura, en Arte, en Música...) cultiva su gusto y adquiere una visión que le permite distinguir mejor lo que vale de lo que no vale... Y cuando mira lo que hay alrededor sabe evaluar con mayor o menor aproximación la mentira en la que nos han instalado.  Sin embargo, esta conspiración contra las Humanidades no es ni siquiera cosa de los partidos políticos indígenas, sino que desde 1969 las reformas educativas llevadas a cabo en España han estado sometidas a la convergencia con los esquemas de la ONU, el embrión del Nuevo Orden Mundial al que esos partidos sirven como lacayos *.  Con eso, está dicho casi todo. Permítaseme la tal vez larga introducción, para pasar al tema que me proponía abordar.
 
Uno puede tomar cualquier obra clásica, leerla y descubrir la razón por la cual se afanan en hurtarnos el contacto con los clásicos: su mensaje es perenne, más allá del exotismo (vicio tan romántico y tan estéril) que puede aportar su antigüedad. Tomemos por caso "Las bacantes", obra del gran trágico griego Eurípides (480 - 406 a. C.).
 
Nietzsche y otros acusaban a Eurípides de haber socavado el espíritu de la tragedia griega. Es cierto que, como Werner Jaeger señalaba, la sofística, el aburguesamiento y la filosofía ejercen en la labor poética de Eurípides un impacto que no se percibe en Esquilo o Sófocles. Es así que la tragedia en Eurípides pierde un tanto su sentido religioso originario y la "razón" -el "logos"- trata de dilucidar lo inevitable, el "destino" que está en los mitos. Por eso Nietzsche -partidario del retorno a la visión trágica de la vida- no le perdonaba a Eurípides ese desacato racionalista.
 
Sin embargo, esto que no deja de ser hasta cierto punto verdad para casi todas las tragedias de Eurípides, no puede aplicarse a "Las bacantes". "Las bacantes" (o "Las Báquides") es obra euripidea de plenitud: se escribió el año 409 y no sería representada hasta, después de la muerte de Eurípides, el año 405 antes de Cristo. Podríamos decir que en "Las bacantes", su autor lega a la posteridad el fruto concentrado de la sabiduría que da toda una vida. Por esta razón "Las bacantes" de Eurípides han sido objeto de la atención y la consideración no sólo de los helenistas profesionales, sino de filósofos de la religión como Eliade y de sociólogos y de psicólogos... Sus interpretaciones pueden ser muchas y no voy a detenerme a exponerlas: podríamos dedicarnos a explicar el culto dionisiaco, su costosa introducción en el mundo griego que consideraba extranjera e indecorosa a esta religión, etcétera.
 
Lo que voy a poner de relieve, entre las múltiples cuestiones que suscita la lectura de "Las bacantes", es la tensión que se establece entre la torpe actitud conservadora (que a la postre causa su perdición) de Penteo, rey de Tebas,  y el desafío que supone la invasión del dios Dioniso con su séquito de bacantes. Dioniso ha ido a Tebas a vengarse de su propia familia (las hermanas de su madre y su primo) que han puesto en cuestión los amores de su madre Sémele con Zeus. Para ello ha arribado a Tebas y ha enloquecido a las mujeres tebanas que, dejando sus telares y la crianza de sus hijos, se han ido al monte en un estado de entusiasmo orgiástico (entre ellas se cuenta la madre del mismo rey tebano). Penteo quiere restituir el orden, trastornado por la llegada de Dioniso, y para eso emplea la fuerza: manda prender a todas las díscolas mujeres y al mismo Dioniso (que se oculta bajo identidad falsa) lo manda encadenar: a las mujeres no las puede apresar, Dioniso se deja apresar para acometer su obra de destrucción. Penteo no reconoce la divinidad de Dioniso y es un teómaco -un hostil enemigo del dios; Dioniso, irónico y cruel, comparecerá ante su presencia y al final terminará sugestionando tanto a su antagonista que le acarreará la muerte más horrible.
 
Penteo no admite la divinidad de Dioniso y rechaza -como culto extranjero e indecente- lo que se le alcanza a saber que está ocurriendo con las mujeres de su ciudad. Como máxima autoridad asume la tarea de reprimir a quienes hayan introducido el culto dionisiaco y devolver las cosas a sus quicios. Sin embargo, todas sus medidas serán inútiles: está luchando contra una divinidad que hace gala de poderes sobrehumanos. Ahora, olvidémonos por un momento de los personajes en su caracterización trágica y pensemos que esta dialéctica entre el conservador y el innovador es algo que se ha ido desarrollando a lo largo de la historia, que se está desarrollando aquí y ahora. El conservador, apegado a unas convenciones sociales, políticas, culturales y religiosas, reacciona siempre como Penteo, montando el grito en el cielo, frente a las novedades que se introducen en su mundo y amenazan con ponerlo patas arriba. El progresista de nuestros días sonreíra y pensará que, en definitiva, la suerte de todo conservador será tan trágica como la de Penteo y que su causa -la de las innovaciones- triunfará. Toda novedad, por el hecho de serla, la entiende el progresista como progreso: cabe considerar al progresismo actual como trasunto del Dioniso euripideo, pues el progreso ha sido divinizado por el progresismo. De "Las bacantes" podemos colegir que la actitud conservadora (Penteo) está condenada al fracaso: el conservadurismo no tiene futuro. ¿Será forzoso, pues, montarse en el carro de las bacantes (lo que equivaldría en nuestros días al carro del progresismo)?
 
El conservador es incapaz de reaccionar adecuadamente a los retos que le plantea la novedad. Su apego a lo que quiere conservar termina perdiéndole. Quiere defender un orden comprometido por el que trae lo distinto, lo inquietante, tal vez lo abierta y aberrantemente subversivo, pero el conservador es mal abogado para su buena causa. ¿Por qué será así? ¿Tendremos todos los defensores de la tradición y el orden el fatal destino de perder siempre? Si actuamos como Penteo, demos por supuesto que no podremos mantener lo que queremos conservar. ¿Es esto un sino inexorable? ¿Una lucha abocada al fracaso?
 
Cuando Penteo manda apresar a Dioniso, éste le revela por qué sucumbirá su obstinada reacción contra la novedad:
 
"No conoces el momento que vives, no sabes lo que estás haciendo ni sabes quién eres" *.
 
Los conservadores que no saben el momento en que viven están condenados a fracasar. Los conservadores que no saben lo que hacen están labrando su perdición. Los conservadores que no saben quiénes son dejarán de ser... Tal vez, muy posiblemente, descuartizados por las bacantes.
 
El estudio de los clásicos es un imperativo para saber quiénes somos.
 
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*Recomiendo para este asunto el excelente artículo de D. Antonio Ramón Peña Izquierdo, publicados en Asociación Cruz de San Andrés, bajo el título, aquí enlazado: Los objetivos y contenidos de la legislación educativa en España desde 1969, coinciden con los intereses del Nuevo Orden Mundial, impuestos desde la ONU

* Son muchas las traducciones que cualquiera puede encontrar de "Las Bacantes" de Eurípides. La versión de la que he tomado el verso es la de Francisco Rodríguez Adrados, "Andrómaca. Heracles Loco. Las Bacantes" de Eurípides, en Alianza Editorial, Madrid, 1990.
 
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