RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

miércoles, 14 de mayo de 2014

"SIONISTAS Y NEOPAGANOS", POR ANTONIO MORENO RUIZ

EL CRISMÓN MOZÁRABE

COLUMNA DE ANTONIO MORENO RUIZ


SIONISTAS Y NEOPAGANOS

12/05/2014.

Sionistas y neopaganos tienen muchísimo en común. Y decimos “neopaganos” porque en verdad, cualquier coincidencia con el paganismo histórico es pura casualidad.  Y no hay que olvidar que el fundador de la secta Wicca, así como otros tantos ocultistas, esoteristas y neopaganos, eran y son judíos. Entrambos no reconocen a Cristo como el mesías porque, por supuesto, no entienden por ejemplo que naciera en un pesebre de Belén. Como el chiste del cura vizcaíno: “¡Que Jesucristo nació en un lugar muy humilde, pudiendo haber nacido en Bilbao!”. No, no entienden la humildad, ni la superación reconociendo la debilidad del ser humano, ni le dan valor a la Gracia, y prefieren regodearse en el postureo de una vana soberbia, en un voluntarismo exagerado y deformante, en la ensoñación de un super-hombre nietzscheano; todo recubierto por  un gnosticismo para iniciados cuya sabiduría sería alcanzada sólo por el conocimiento de unos pocos, que a su vez, se consideran seres superiores…

Y bueno, ya vemos qué superhombre fue Nietzsche, y qué superhombres son muchos que van de neopaganos por la vida…

En los neopaganos hemos de incluir a los evolianos y toda esa artificiosa y absurda dicotomía de güelfos y gibelinos, rescatada en el siglo XX para no se sabe qué, viendo siempre el cristianismo desde fuera, con un empecinamiento propio de fariseos y saduceos,  anhelando un materialismo que nunca llega y retozando mentalmente con un metrosexual espartano que, en un ambiente de película de acción, vendrá repartiendo mandobles a todo pasto. Sin entender la sana y justa doctrina de las dos espadas, cuyo seguimiento evita tanto la clerocracia como el totalitarismo, siempre se sienten atraídos por formar una iglesia nacional, cosa que tanto gusta a protestantes y marxistas. El “imperio” para ellos es palabra de “fuerza”. La “tradición”, como magia. Y es curioso cómo omiten, interesadamente, el homosexualismo en la sociedad pagana griega. Se podrá decir que si los curas pedófilos… Sí, en efecto, hay curas corruptos que no merecen más que el peor castigo. Pero la homosexualidad en el cristianismo no es doctrina, como sí lo ha sido en determinados paganismos que ellos dicen adorar.

Por supuesto, Evola no deja de ser un autor interesante, complejo y rico, y una cosa es el barón y otra cosa muchos de los que se dicen evolianos, los cuales, al igual que el marxismo en particular y los totalitarismos en general, buscan un sustituto de la religión desesperadamente, y claro, pasa lo que pasa.  Y desde luego, si Evola provoca estos resultados (y no digamos ya Guenon) en algunos individuos, por marginales que sean, desde luego es para estar prevenidos como mínimo.

Siguiendo con los ejemplos, los sionistas están preparando el ambiente y esperan ansiosamente ese figurín de tebeo yanqui. No en vano el judaísmo es la práctica del no reconocimiento del Hijo de Dios aun habiéndolo visto de cerca, y el preferir a Barrabás. El sionismo no es sino un judaísmo secularizado sobre la base de un nacionalismo racista. Y el neopaganismo no es sino eso mismo pero buscándose una especie de justificación/mixtificación antigua o romántica.  Mas se nos podrá decir que bueno, que el neopaganismo alude a la espiritualidad, que Evola todavía más y bla, bla, bla. Pero como bien dice el profesor Manuel Fernández Espinosa, “Evola priorizó la casta chatría (la guerrera, en el sistema hindú) sobre todas las demás. No entendió (o no quiso entender) nada del cristianismo. Lo miró con ojos exóticos. Su propuesta es la de un falso “tradicionalismo” insatisfactorio que aboca a la esterilidad ético-estética que se limita a denigrar retóricamente la modernidad y errando, como todo "tradicionalista", en la consideración de un tiempo cíclico (según él ahora estaríamos en el Kali Yuga: edad oscura). No había Alfa ni Omega, pues no había Cristo y como única solución había que cabalgar el tigre.”

Eso mismo podría decirse de Duguin. Nosotros, aun reconociendo su talento y compartiendo el rechazo visceral a la modernidad, somos más concretos, entendemos la verdadera tradición y preferimos el espíritu cristiano que con profética maestría encarnó Solzhenitsyn, todo un ejemplo de resistencia que ya quisieran para sí los desesperados, acomplejados y alienados que se quieren consolar con vanidades, y por eso no es extraño que al final, como Guenon, haya quien acabe mirando para La Meca.


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