RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

martes, 13 de agosto de 2013

RAMIRO LEDESMA, HISPANISTA



En contra de lo que algunos iluminados (fascinados por el europeísmo) pretenden sobre la figura de Ramiro Ledesma Ramos, a quien toman como un supuesto buque-insignia, mostramos la realidad histórico-doctrinal del fundador de las Juntas de Ofensiva Nacionalsindicalista. Pasen y vean:


"...Por de pronto, el imperio sería la idea común que adscribiese a los pueblos hispánicos un compromiso de unidad. (...) El Imperio nace con las diversidades nacionales que obedecen y siguen los fines superiores de un Poder más alto. De aquí que la idea imperial sea la más eficaz garantía de respeto a la peculiaridad de las comarcas (...) Ahí está la América hispana. Pueblos firmes, vitalísimos, que son para España la manifestación perpetua de su capacidad imperial. Nuestro papel en América no es, ni equivale, al de un pueblo amigo, sino que estaremos siempre obligados a más. Nosotros somos ellos, y ellos serán siempre nosotros..."
 
"Nos cabe a nosotros el honor, -y no tenemos por qué ocultarlo- de ser los primeros que de un modo sistemático situamos ante España la ruta del imperio. Todo está ahí a disposición nuestra. Los pueblos hispánicos de aquí y de allí se debaten en dificultades de tipo mediocre, y es deber nuestro facilitar e incrementar su desarrollo. (...) Frente a esa Europa degradada, mustia y vieja, el imperio hispánico ha de significar la gran ofensiva: nueva cultura, nuevo orden económico, nueva jerarquía vital. (...) Están aún sin adecuada respuesta los mitos europeos fracasados, y corresponde a España derrocarlos de modo definitivo. Hay que poner al desnudo el grado de mentecatez que supone una democracia parlamentaria. Hay que enseñar a Europa que vive en absoluta ceguera política con sus artilugios desvencijados por los suelos, mereciendo de nosotros el desdén supremo". 



"El español se pudre entre los muros tétricos de una moral angosta, y hay que dotarle de una moral de fuerza y de vigor. El español vive sin ilusiones, arrojado de la putrefacción europea, en limosneo cultural, en perruna mirada hacia el látigo de la Europa enemiga, y hay que dotarle de ambición imperial, de señorío y de dominio; hay que convencerle y enseñarle de que Europa está hoy mustia y fracasada, y España tiene que disponerse a enarbolar a su vez el látigo y los mandos."


"Pero si aconteciese la victoria interior, si España venciese su actual crisis interna del lado favorable a su recobración nacional, entonces las perspectivas internacionales resultarían infinitas. Se atrevería a todo, y podría atreverse a todo. A recuperar Gibraltar. A unir en un sólo destino a la Península entera, unificados (ahí sí que cabe que se ingenien los partidarios de estatutos, federaciones y autonomías) con el gran pueblo portugués. A trazar una línea amplísima de expansión africana (todo el norte de este continente, desde el Atlántico a Túnez, tiene enterradas muchas ilusiones y mucha sangre española). A realizar una aproximación política, económica y cultural con todo el gran bloque hispano de nuestra América. A suponer para Europa misma la posibilidad de un orden continental firme y justo. (...) España tendrá que esperar, repetimos, a poseer una política internacional todavía algún tiempo. Mientras tanto, puede tener una sola, la de no encallar gravemente en el piélago de Europa y la de no acompañar a la catástrofe a potencias de destino muy dudoso".



"Es bien notorio que España permanece ausente, desde muchas décadas atrás, de los hechos europeos decisivos. España, en realidad, ha sido una víctima de Europa, mientras Europa estaba representada por los imperialismos galo e inglés, enemigos esenciales de España y de su resurrección como gran potencia. Pero esa Europa del inglés y del galo, vencedora en la gran guerra, es una Europa camino de la descomposición y de la ruina. (...) Sólo el triunfo en nuestra España de un movimiento nacional firmísimo pondrá a la Patria en condiciones de no pestañear ante las responsabilidades históricas, de carácter internacional, que se le echan encima. (...) El secreto de un nuevo orden europeo, que disponga de amplias posibilidades históricas, se resume en esta consigna que nos atañe: 'Resucitación española'". 





Contrástense las fuentes a través de http://revista-arbil.es/(76)hete.htm

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