RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

domingo, 28 de julio de 2013

DEL ÁFRICA ESPAÑOLA (III)

Seguimos reproduciendo en está bitácora, algunos de los artículos aparecidos en la Revista Cultural Órdago, de mayo de 20088, sobre la guerra en el África Española.
 
España al empezar el s. XX. La situación política interna.
 
Luis Gómez
 
"Imagen de los tumultos de la Semana Trágica de Barcelona"
 
Además de los problemas que el ejército estaba teniendo en el norte del Magreb, hay que sumarle la traición de los políticos de la época, los cuales según cuenta el prestigioso historiador Carlos Seco Serrano, estaban contribuyendo a desestabilizar la nación con sangrientas y violentas manifestaciones de obreros, dirigidas a debilitar al Gobierno, evitándose así el envío de nuevas tropas al conflicto, y todo para favorecer los intereses franceses al mismo tiempo que utilizaban el malestar para intentar acceder al poder. Reproducimos a continuación por su interés el documento en el cual, un diputado tradicionalista español, el Sr. Llorens, de paso por la vecina Francia, se entrevista con el prestigioso y bien informado periodista francés Henri Rochefort, de ideología izquierdista. Al preguntar el español por la posición francesa ante la situación en Marruecos y su actitud frente a España éste le relató lo siguiente:
Emprendí mi viaje –dijo Llorens- y en París tuve ocasión de celebrar una extensa conferencia con Rochefort (Henri), que para mayor claridad voy a referirle a usted como si él mismo hablase.
            -¿Quiere usted – me dijo – que le dé mi opinión sobre el problema de Marruecos y nuestra actitud con respecto a España, y voy a complacerle. Briand está de acuerdo con Pablo Iglesias y Lerroux, sobre todo el primero, para mantener la agitación socialista en España. La semana roja de Barcelona fue alentada desde aquí, y elementos franceses jugaron allí mucho papel; recuerde Vd que entre los cadáveres que resultaron de la revuelta (se refiere el autor a la conocida como “Semana Trágica de Barcelona”, N. A.)muchos de ellos no se pudieron identificar por ser extranjeros. Desde aquí (se refiere a la izquierda socialista francesa, N.A.), pues, se fomentó la campaña contra la guerra de Melilla.
            A esto contesté yo –advierte Llorens –que eso me costaba trabajo creerlo, porque entre países amigos no creía semejante conducta. Él (Rochefort) prosiguió diciendo:
            -No hace Vd bien en creer que eso sea incorrecto. El mundo esta así ahora. Continuamente se sorprenden en Francia oficiales alemanes que vienen a sorprender secretos de organización, armamento y fortificaciones, y lo mismo ocurre en Inglaterra, y por eso ninguno de los Gobiernos de ambos países se da por ofendido. Hoy se lucha con toda clase de armas y recursos. Pero volvamos a nuestro tema. Nosotros no creíamos nunca que España tendría fuerza bastante para llevar cincuenta mil hombres a África, ni potencia económica para gastar cien millones en guerra. Se ha visto, y aquí se ha considerado preciso impedir que España ensanche su territorio en Marruecos. Como aquí sobra el dinero, se ha comprado a Mokri, y se ha hecho saber a Muley Hafid que no tenga miedo alguno en reclamar que España desaloje sus posiciones, porque no puede ir a la guerra, que impedirán los obreros y los elementos revolucionarios con la huelga general. Además están ustedes desamparados de toda Europa. Inglaterra a pesar del enlace de familia, está de acuerdo con Francia; Alemania les odia a ustedes y hasta les desprecia. No tiene España más que el apoyo romántico del Emperador de Austria, que es tener nada, y el apoyo verbal de Portugal, que significa aún menos porque aquella Monarquía se cae a pedazos. Están ustedes, pues, en una situación comprometidísima y me atrevo a decirle que a nadie pueden culpar de ello. Un país en cuyo Parlamento puede decirse sin protesta de nadie, ni aún

"Henri Rochefort, periodista francés conocedor de las interioridades de la Semana Trágica de Barcelona"
 
 
del Gobierno, lo que dijeron Pablo Iglesias y Lerroux, que afirmaron terminantemente que si surgía nuevamente la guerra los soldados no tomarían las armas, no tiene derecho aquejarse de sus desdichas. Ese espectáculo que ofreció el Gobierno y el Congreso ha enseñado mucho de Pirineos acá”. [1] 
            No serían los socialistas los únicos que no tendrían ningún reparo en vender la sangre de sus compatriotas con la finalidad de obtener el poder del Gobierno, el mal llamado “Padre de la Patria Andaluza[2], Blas Infante, sería otro de los personajes que durante aquellos años del conflicto viajaría en numerosas ocasiones al África marroquí, haciendo públicos halagos a las excelencias del Al-Andalus califal y al esplendor y excelencias árabes, no importándole en ningún momento que los magrebíes volviesen a ocupar España, y todo ello mientras sus compatriotas dejaban su vida por evitar lo contrario[3].
             Por otra parte, la cúpula del ejército veía en el norte de África una solución para su carrera. Un destino en el norte de África suponía una notable ventaja con respecto a sus homónimos peninsulares. El ascenso era más fácil, y con él, más y mejores sueldos y posibilidades.
            El Estado Mayor Español se encontraba hipertrofiado, “de dimensiones dobles que las del Ejército francés”[4] encontraba entre sus filas más mandos que soldados. Durante los años sucesivos, diferentes reformas políticas tratarán de regular la situación del Ejército, que había ido deteriorándose poco a poco, pero ninguna tendrá éxito. Así las cosas, en 1919, y tras la revolución de las Juntas de 1917, los mandos militares en el norte de África se encontraban en desacuerdo con sus homólogos peninsulares. Dicho acuerdo suprimía los ascensos por méritos de guerra, lo cual parecía injusto para los que se encontraban en primera línea de fuego, que ascendían al mismo tiempo que los militares que se encontraban en la Península realizando operaciones burocráticas. Consideraban en fin, que aquellas Juntas y programas no se ajustaban a un Ejército en Estado de guerra, y sí a uno de paz.
            Por su parte y como afirma Raymond Carr: “Los desastres militares de 1921 en Marruecos hicieron que el Ejército se sintiera al mismo tiempo inseguro e indignado. Esto porque veía que los políticos le habían privado de las bases materiales del triunfo, y aquello, porque temía que éstos mismos políticos atribuyeran la “responsabilidad” a un ejército al que su parsimonia había negado el instrumento de la victoria[5]
            Y es que la cúpula corrompida de los mandos militares africanistas, aprovechaban la posición privilegiada que tenían para traficar con todo lo que a ellos estaba sujetos, comida, botas o vestimenta militar e incluso armas que revendían en algunas ocasiones a sus propios enemigos. La cicatería de los políticos a la hora de regular el Ejército con partidas presupuestarias o reformas serias era una utopía. Así las cosas en 1920 los soldados que acudieron a la Guerra de Marruecos, lo hicieron sin hospitales de campaña, sin tanques y sin fusiles modernos. El fracaso de las operaciones servía de revulsivo en la opinión pública española que pedía responsabilidades a los militares, y los políticos de izquierdas que veían en la crispación social, una alternativa más a utilizar para desestabilizar al Gobierno y acceder al poder. En definitiva, más de lo mismo.
 


[1] Carlos Seco SerranoLa España de Alfonso XIII” Biblioteca de Historia de España, RBA Coleccionables 2005, p. 282 y 283
[2] En la actualidad, todos los partidos políticos PSOE, IU, PP Y PA, reconocen en Blas Infante al precursor ideológico del “hecho diferencial  andaluz” con respecto a España, equiparado al Sabino Arana vasco o al Cambó catalán. N.A.
[3] Sobre las actividades de Blas Infante véase artículo en ésta misma revista.
[4] Raymond Carr, “España 1808-1975” Biblioteca de Historia de España, RBA Coleccionables 2005, p. 539
[5] Íbid. p. 541
 
 
 


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