RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

jueves, 9 de mayo de 2013

EL SÍMBOLO DE NUESTRA REVISTA: EL CRISMÓN CRUCÍFERO Y ANCORADO

EL SÍMBOLO DE NUESTRO PROYECTO METAPOLÍTICO


El símbolo de una asociación, de una comunidad, de una familia, no es un asunto baladí. En el símbolo de una comunidad se cifran todas sus señas de identidad y sus aspiraciones. Los miembros de la Revista Raigambre hemos adoptado el Crismón como símbolo de nuestro proyecto cultural. Creemos que es oportuno exponer, aunque sea en un aproche, lo que está cifrado en el Crismón.

Es un símbolo muy antiguo. En el lábaro de los Emperadores de Roma, desde Adriano, figuraba el Águila de Júpiter, pero Constantino el Grande sustituyó el águila jupiterina por el Crismón, incorporándolo en el estandarte del Emperador, con lo que simbiótica y simbólicamente el Cristianismo y el Imperio se identificaban.

El Crismón es el emblema signográfico de Cristo, que conjunta las dos primeras letras del nombre griego “Xristos”: X (ji) y P (ro). Como símbolo podría incluirse entre los llamados “símbolos literarios” dado que estos símbolos se forman con letras (un ejemplo más de este tipo de símbolos podría ser el JHS de los jesuitas). El Crismón es el monograma de Cristo. En las más antiguas representaciones, el Crismón aparece así:


Sin embargo, a principios del siglo IV se adoptó en la Cristiandad la costumbre de rotar la "X" hasta lograr dar forma de cruz, de este modo quedaba mejor simbolizado Jesucristo crucificado. Es común también añadir en los flancos de la X o colgando de los brazos horizontales de la cruz las letras griegas Alfa y Omega (algunas veces estas letras se ven sustituidas por las figuras simbólicas del ave y el pez, respectivamente; así lo podemos ver en la portada de un manuscrito de Pablo Orosio, del siglo XII). El Alfa y Omega son una clara alusión al pasaje apocalíptico en el que Jesucristo dice: “Ego sum alpha et omega…”, esto es: principio y fin.

Así tenemos el Crismón de Baena que fue hallado en el interior de un sepulcro en Íscar (entre Castro del Río y Baena). Este Crismón (al parecer desaparecido extrañamente en julio de 1993) era una cruz de metal fundido, que medía 34 centímetros de alta por 25 centímetros de anchura en los brazos; tenía pendientes de los brazos el alfa y la omega, primera y última letras del alfabeto griego, anagrama del nombre de Jesucristo, principio y fin de todas las cosas. La parte inferior forma la cabeza de un áncora con su asa y su travesaño, teniendo al final del Crismón los brazos unos remates que asemejan las uñas del ancla. El áncora era emblema muy usado en los sepulcros de los primitivos cristianos, como puede leerse en la obra “La Roma sotterranea cristiana”, de G. B. Rossi. Hübner calculó que su antigüedad podría fecharse entre los años 517 y 662. Durante la ocupación mahometana de España, los mozárabes conservaron el crismón como símbolo de su comunidad sometida, perseguida y martirizada bajo un poder extranjero impuesto por invasores gracias a la traición de muchos que colaboraron con ellos.

Nosotros hemos elegido como insignia de RAIGAMBRE el Crismón (crucífero y ancorado) que fue muy empleado por los cristianos hispanorromanos y visigodos a partir del III Concilio de Toledo.
En cuanto al áncora podríamos decir que es un símbolo que aparece en gemas y lápidas funerarias paleocristianas y que remite a la virtud teologal de la esperanza, como comenta San Pablo en Hebreos VI, 19: “quam sicut anchoram habemus animae tutam ac firmam” [la cual tenemos como segura y firme áncora de nuestra alma]. El áncora es símbolo de esperanza, pero también de salvación. Símbolo marinero por excelencia, el ancla -la esperanza en Cristo- nos recuerda que, pese a todas las tempestades y adversidades del elemento acuático (el mundo pasajero y cambiante), hay algo permanente que nunca hemos de olvidar. 

Con el crismón tenemos un símbolo con el que nos identificamos plenamente los miembros de RAIGAMBRE:

Cristo, Alfa y Omega de la Historia, es esperanza y salvación católica (universal).

Entendemos que todas las crisis económicas, sociales y políticas derivan de una profunda crisis espiritual: haber olvidado que el Reinado Social de Jesucristo no es una metáfora, ni una utopía, sino el único orden que hay que restablecer, tras todas las convulsiones y subversiones que a lo largo de los siglos lo han trastornado.

                                                                                                                   
Queremos terminar con unos versos de uno de nuestros compañeros de RAIGAMBRE, el poeta sevillano Antonio Moreno Ruiz, que cantó así al Crismón mozárabe:

En lo alto del monte,
El crismón victorioso,
Traído por mozárabes,
Brilla orgulloso.


Vencedor de los infieles,
Anagrama de Cristo,
Unión de los hispanos,
En sagrado destino.


Crismón de los mozárabes,
Crismón de los oprimidos,
Libertad y victoria,
Trae en sus signos.

Seña romana,
Griegas reminiscencias,
Del norte al sur,
Se extienden sus promesas.


Crismón de los mozárabes,
Heraldo de esperanza,
Por Dios nunca te alejes,
De las tierras de España.





El espíritu de nuestra Revista RAIGAMBRE se siente identificado con el Crismón de los hispanorromanos, con el Crismón de los Reyes Godos de Toledo, con el Crismón de los supervivientes mozárabes que celosamente lo custodiaron, sorteando peligros, masacres, persecuciones encarnizadas.

Símbolo de esperanza, de permanencia, de victoria, de salvación... Es un símbolo con raigambre, para RAIGAMBRE.


Manuel Fernández Espinosa


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